Luis Heysen: "Palabras de un combatiente por la libertad de su país"

I

No concibo sino una sola fórmula de gobierno; la de Lincoln: gobierno del pueblo, pueblo y para el pueblo. Propiciarla reivindicando su hondo amor por la justicia y el sentido económico que en nuestro siglo lleva es sustentar la defensa de un pensamiento genuinamente democrático. Por eso los apristas luchamos por el triunfo de una Democracia Económica, la única forma posible de trabajar por y para el demos."

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"El Pueblo para nosotros no es una etiqueta barata; plataforma electoral de "politicos de arribada y de oradores de plazoleta. El Pueblo es la nación; son las clases medias; son los trabajadores; son nuestro cholo y nuestro indio envilecidos por los oligarcas del azúcar y del algodón; del oro y del petróleo."

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"Siempre he tenido el concepto de que la política es ciencia y ciencia económica. Ayer en mis sueños de juventud adolescente; hoy en mi idealismo realista de militante. La Política es ciencia y ciencia difícil de dominar sin antes haber adquirido una disciplina mental rigurosa. Por eso sólo "los técnicos" saben de su dominio. Cuando hayamos comprendido esto habremos limitado las intromisiones funestas en los manejos del Gobierno y habremos iniciado la auténtica era de salvación nacional."

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"Mi credo politico es civil; no "civilista".. Como tendencia antimilitarista, "el civilismo" no es sino una palabreja vacía, en desuso y en desprestigio. Formemos el ejército civil contra "los civilistas"!

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"La alianza de la juventud civil con la juventud militar no debe ser simplemente una aspiración por realizarse: debe ser y es un imperativo indeclinable en la obra de peruanizar el Perú."

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"Los jóvenes militares que hoy van en busca de los trabajadores manuales e intelectuales son paladines incominados del nuevo Perú. Los abrazamos como aliados, puesto que nos anima el mismo afán de renovación. ¡La renovación del Perú será obra de su juventud!

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"Me seduce más la tarea tranquila del estudioso que afronta los problemas con números que aquella muy en uso y abuso en nuestro país: en que todo se plantea con tumultos y albaracas primitivas. Tengo como ingeniero un concepto disciplinado y orgánico de la vida y de la lucha. No destruyo y combato por destruir y combatir, sino para edificar."

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"El Partido Aprista Peruano es el gran frente nacional contra los oligarcas de dentro y los imperialistas de fuera. Aspira a cumplir la segunda jornada. El deber de todo buen peruano es apoyarlo. ¡No traicionemos al Perú combatiendo contra él! Ya Crítica de Chiclayo lo ha dicho: "Hay dos modos de gobernar: Contra el Pueblo o con el Apra." Estemos con el Perú, pues así estaremos contra los vende-patrias del civilismo clásico."

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"No permitamos la calumnia contra nuestro jefe. Si a Haya Delatorre se le calumnia, no es como persona, sino como "lider de lideres" que es. Defendámosle, que al hacerlo defendemos nuestro ideario. Haya Delatorre no es un héroe improvisado; es un político disciplinado, cuya vida heroica se inició hace doce años ya. Para Haya la política es ciencia; no es improvisación y tanteo, grito rabioso de histérico o amenaza cobarde. Con Haya nuestro grito los jóvenes apristas a la obra, los viejos civilistas a la tumba, adquiere fuerza nacional, que es fuerza de esperanza y de redención."

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"En mis seis años de ostracismo yo jamás he traicionado al Perú; yo no he vendido al Perú por un plato de lentejas como algunos vivillos desvergonzados del leguiísmo, del pardismo y del "comunismo". Mi causa de justicia nace con un gran amor por mi país, que no ha perdido vitalidad como que continúo y continuaré invulnerable en mi cruzada de justicia social."

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"Basta ya de farsas y farsantes. Mi deber no es ocultarle al pueblo la verdad, sino revelársela sin contemplaciones. Estamos embobados con los expedientes contra la desquiciada política financiera del llamado "Presidente Leguía" que gobernó para robar: pero nos olvidamos que tal política no es sino la fatal consecuencia de la acción civilista en nuestro país. Lo que Leguía ha hecho en el Gobierno los "azucareros" civilistas lo han hecho también en sus haciendas y propiedades palaciegas. Quién que no ha perdido el uso de la razón sabe lo que significa Tumán sabe lo que vale Cayalti como sacrificio y dolor de nuestro pobre trabajador de campo y de nuestros pobres pequeños agricultores arruinados… ¿O acaso hemos olvidado ya la lucha entre Eten y Pimentel y hemos perdonado a los que han envilecido a Zaña?"

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"Recuerdo que cada año, después de mis luchas universitarias yo acostumbraba tomar mi descanso en San Juan de Saltur o en La Punta, al lado de los míos. Y que cada año nunca dejé de hacer un paseo triste y silencioso por Zaña, tan ligada como ciudad histórica a nuestro pasado. Más de una vez en mis paseos de equitación mi rebeldía de juventud estalló, entonces silenciosamente, viendo las ruinas del convento que albergara a Santo Toribio de Mogrovejo sirviendo de sosiego al ganado de Cayalti y a la ciudad cercada totalmente por el coloso ingenio de don Antero Aspillaga, propietario de "La Ley" y muchas veces candidato y jamás presidente del Perú. La historia de Zaña es, pues, una historia dolorosa, pero es una parte de la historia del civilismo como poder económico en nuestra nación."

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"Nunca he olvidado el silencio de los hijos de Zaña, porque siempre me ha parecido que dentro de él hay no sé qué de grande y admirable. Quizá la rebelión tranquila, la protesta contenida del Perú contra el poder civilista."

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"El día que Zaña sea libre, ese día Cayalti empezará a reconciliarse con el pueblo. ¡Antes no! No hablemos entonces de amor por el Perú y de desinterés en bien de los agricultores. Tengamos el culto de los hechos, no el de las vanas palabras… ¡Afuera los eternos mercaderes del civilismo clásico!"

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“¡Pobre país el nuestro! En el Perú los agricultores modestos de la costa viven estáticos soñando con el Ande maravilloso y legendario que enviará plenos los ríos del manantial fecundante: empero, los ríos cada verano bajan incontenibles, arrollándolo todo con su empuje de vitalidad y los pobres agricultores continúan esperando el agua que no alcanzó para sus campos y que inundó los potreros y las chácaras de los grandes potentados propietarios del latifundio y del agua de los ríos.”

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"El problema de la costa es en parte problema de agua. El dia que nuestros pequeños agricultores hayan podido gozar del derecho a disponer de toda el agua que sus campos necesiten, ese día no habremos comido ni arroz de la China y el Japón: ni viviremos delirando ante los altos precios de la harina y el azúcar."

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"Leguía tuvo un atisbo utilitario de esa necesidad, pero para bien de los suyos y no del pueblo. Precisamos una nueva política agrarista que ampare al pequeño agricultor, casi siempre la víctima indefensa del grande. Hasta hoy no se hizo política para el pueblo. Se hará con el triunfo de los apristas."

Carlos Showing, Luis Heysen, Arca Parró, Luis Alberto Sánchez y Carlos Manuel Cox.

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"Nuestro comerciante minorista no puede importar nada: debe comprarlo todo de segunda mano. ¿Por qué? Preguntémoslo al Estado, que jamás veló por sus derechos. Urge que impongamos una política económica que defienda al comerciante minorista de la acción implacable de los monopolios de mercaderías y manufacturas".

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"Los pequeños agricultores y los pequeños comerciantes son parte de la clase media, y como tal están expuestos a sufrir las represalias de los truts imperialistas que desde el exterior nos imponen todos los precios y hasta el standard de vida de nuestros trabajadores. ¡Defendámosles sin desmayos! He aquí el rol del Apra.

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"Los "sanchistas" de hoy fueron los "civilistas" de anteayer y los "leguiístas" de ayer. No creamos en la sinceridad de esa gente. Corrompida por el hábito de doblar la rodilla y conservar la prebenda —esa gente—, no hace sino el juego del carmaleón. Desconfiemos de ellos, pues, no tardarán en aparecer como "hayistas" empedernidos para congraciarse con el Apra. ¡Guerra a los genuflexos de todas las horas y gobiernos!"

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"El valor político y moral de los leguiístas yo lo conozco bien por experiencia propia. Los militares jóvenes que me felicitaran después de haber humillado al ex ministro Cornejo en París siendo yo desterrado bien lo saben. Esos individuos están en remate público: no para adquirirse con paga sino con látigo. Al que más los azote más amarán. Tienen alma de lacayos. Son los filósofos cortesanos peleándose por atrapar las nueces.

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"El gran dilema que se nos plantea es o defender al pequeño agricultor, al pequeño propietario, al pequeño comerciante o traicionar nuestra gesta antiimperialista. ¡Estamos con las clases medias! ¡Queremos redimirlas!
"No habrá política antiimperialista posible sin atender las necesidades del hombre de clase media."

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"Camile Desmoulins, dijo: "La libertad no se pide, se toma". El deber del pueblo es conquistarla en la batalla electoral, si es posible; en la jornada de cada día por imperativo y en la revolución por fuerza. Edifiquemos un Perú libre, pues así iremos hacia la América redimida y antiimperialista."

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Las elecciones siempre se me han presentado como espectáculos grotescos y repugnantes. Nunca vi halagar más las pasiones del pueblo, ni nuncа lo vi más engañado que en tales circunstancias. Los maromeros y saltimbanquis de todas layas siempre han preferido en vísperas electorales colocarse el mejor traje y la más seductora careta: para, ya adulando al demos, o ya haciendo como que habrían querido defenderle cuando se creyó que lo vapuleaban, beneficiarse con el mayor número de ingenuos tras la corte de los capituleros profesionales de la empanada sin par y de la butifarra comprometedora. Nuestras elecciones han sido siempre, aparte de la farsa más solemne y ridícula, el medio más a la mano para degradar a la conciencia ciudadana.

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"Señores: yo haré la Arcadia, paraíso de la dicha eterna." "Codepartamentanos: mi puño empujará un ferrocarril que llegue que a Jayanca y Motupe. Yo completaré la irrigación de Olmos, yo daré agua a Chiclayo." "Yo le daré una catedral" "Yo le compraré una campana para su reloj." "Yo, una banda de cachimbos." "Y soy una víctima del régimen caído."
Estas y mil más declaraciones salen de labios virginales como de mentes envilecidas por la rapiña y la desvergüenza, con el único afán de comerciar con la simpatía santa del pueblo, en épocas de elecciones ad portas. Conciudadanos: levantad vuestras conciencias y rechazad una vez por todas tanta ignominia. El Perú que soñamos, jamás lo tendremos mientras la compra del voto y los ciudadanos en venta riñan por el hombre de más dinero y canongías. Erguíos un instante, puros, y preparáos a sacudir el látigo que arrojará a los mercaderes del templo. La cruzada del aprismo contra los civilistas no lleva otra finalidad.

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Cuando alguien habla de beneficios urbanos para la ciudad, preguntadle por qué no postula reivindicaciones económicas en pro de los intereses del pueblo. El dolor humano no se cura con chachá nuevo y cara limpia y polveada...

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Cuando algún aspirante a votos os diga "yo os prometo esto; aquello y lo de más allá..." Finalmente, preguntadle: "¿qué habéis hecho, cómo habéis vivido antes?" Los hombres valen no por lo que prometen, sino por lo que han sido y son, y penoso es comprobarlo, hay muy pocos cuyas manos "estén libres de pecado". El que no ha sido leguiísta, ha sido pardista; el que no fué benavidista, fué "futurista", vale decir, siempre civilistas. Y ser civilista bien sabemos qué significa en nuestra dolorosa y trágica historia republicana.

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Nuestra costa es una zona desierta. Pocas costas recuerdo haber visto tan áridas y despobladas como ella. Arenales y pampas caldeadas por el sol del están esperando a los estadistas que las hagan florecer. La imaginación resulta deficiente para concebir lo que sería el Perú con todos sus desiertos costeños irrigados, ofreciendo una agricultura próspera y una población estable, arraigada a su pacha-mama. Empero, deslumbrados por el dólar, nuestros políticos han preferido el ocio palaciego con todos sus honores y ventajas, que intentar siquiera resucitar los maravillosos canales que los Incas hicieron fabricar en su Imperio Comunista…

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Ea tan pobre la costa, que los formidables ingenios azucareros que en sus valles, de tarde en tarde, crecen y crecen y crecen, sufren por la falta de brazos la crisis que en los periodos de cosecha aflige a las inmensas sábanas verdes de sus arrozales. Para suplir esta despoblación —determinada también por el carácter de la agricultura costeña— del Ande descienden al llano, a la par que el agua, los hombres altos, fuertes y rubios, plenos de esperanzas que han de vitalizar con su tráfago anhelante y doloroso, las progresistas (?) industrias agrícolas de nuestros valles. Pero, lo que el valle serrano de Cajamarca nos envía rebosante de vida, nosotros lo devolvemos anquilosado y en lucha desigual y galopante con la muerte. Los trabajadores bajan a la costa y encuentran en ésta no sólo un clima duro, sino condiciones de vida inadmisibles en nuestro siglo. Sanos, llena su mente de ilusiones, vuelven agobiados por el paludismo crónico que en brazos del mal blanco los reintegra a sus hogares, sin una esperanza, marchita el alma, destrozados los pulmones. ¿Cuándo sonará la hora en que un estadista proclame firmemente la necesidad apremiante de considerar el paludismo un accidente del trabajo?

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Durante mi estadía en Europa, haciendo mi segunda visita a Haya de la Torre, en Berlín, recuerdo que hablamos del paludismo, como otra de las grandes calamidades nacionales, después de la "civilista." y recuerdo, perfectamente, que, subrayándome la importancia de considerarlo "un accidente del trabajo", me dijo: "muy interesante: lo incluiré en el programa del Apra de América Central, donde también es una calamidad". Haya de la Torre se encontraba en esos días trabajando sobre Costa Rica.

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Los "azucareros" del civilismo clásico están tratando ahora de incorporarse, aprovechando de estos días de restauración; unos a secas nos hablan de haber siempre defendido al trabajador y otros hasta pretenden embaucarnos con ropajes "socialistas" o "radicalizantes". Preguntémosles si ya han hecho alguna gestión tendiente a incorporar a nuestra legislación del trabajo un nuevo accidente: el paludismo. Obligadamente, al defender los intereses del pueblo, tenemos que desenmascarar a tanto bribón a caza de curules parlamenta. rias.

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A los ciudadanos desprevenidos que les sorprendan con la historia real de los latrocinios cometidos durante once años de leguiísmo-civilista, recordadles siempre aquel estribillo irónico del Padre Cappa, del que ya he hablado alguna vez: "guano, salitre y Dreyfus". Es bueno que todo peruano sepa que Augusto Bernardino Leguía se formó en la Escuela Civilista de José Pardo y Barreda, y que el hecho de ser "un adelantado" dentro de ella no priva que tengamos la mente fresca y lozana para admirar a la madre que le dió vida, maldiciéndola para toda la eternidad.

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Jarnás he reído tanto como después de haber leído las declaraciones de muchos civilistas conspicuos, en las cuales le dicen al país: "estarnos muertos"; "los civilistas ya no tienen cabida en nuestras luchas políticas"; el civilismo ha fallecido", mientras que por otro lado arañan hasta romperse las córneas por atrapar un puesto, por lanzarse a elecciones, por figurar, mandar e intervenir tanto en nuestra política, que hasta al pobre Sánchez Cerro le están haciendo hacer grandes papelones, obligándolo cautelosamente a decir y desdecirse, a afirmar y rectificarse, a ofrecer y no cumplir, tanto, que ya he recibido pruebas rotundas que me están indicando cuán impopular va deviniendo "el teniente dictador" de día en día. ¡No hay duda: estos civilistas son más intrigantes que Torquemada! 

Oyendo a Oswald Spengler, en Hamburgo, ya como precursor del fascio alemán de la "Patriotische Gesellschaft" (Liga Patriótica), fui convenciéndome del sentido reaccionario que en el mundo va definiendo a muchas mentes ilustres como mentes de derecha, malgrado su insinuante socialismo de otrora. Pero, cotejando aquel proceso con el que a diario nos ofrecen nuestras "mentes ilustres americanas", observo que el reaccionario europeo lo es antes in mente, a diferencia del nuestro, que lo es por paga o caricatura. Es esta una de las razones por las que a cada paso encontramos a muchos apóstoles de la fuerza haciendo sus posturas y acogotándolos bien con la dialéctica no saben ni explicar por qué son mentes y gentes de derecha; ni entienden un ápice del alfa y omega de la economía, política, y filosofía. Algo parecido también, aunque desde otro campo. ocurre con algunos "izquierdistas" del "comunismo" asalariado. Cuando no alternamos en América con ignorantes románticos, alternamos con ignorantes de conciencia alquilada. ¿Cuando será el día en que en nuestra América sean mayoría los cerebros con una disciplina seria y una ética sujeta a su control inteligente?

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De retorno en el Plata, conversando con el "más anciano de los subversivos argentinos", inquirióseme: "¿A quién vió usted en Hamburgo?" "A Osvald Spengler", contesté; y casi sin darme tiempo a seguir, este hombre admirable, entre iracundo y sonriente, me interrumpe: "Le compadezco. ¡Qué grandes macanas habrá usted escuchado." Y el maestro inquieto, el autor profundo de la Libertad Creadora tenía razón. Oswald Spengler, que en la Decadencia de Occidente nos habla de una Europa perdida, me habló de una Alemania salvada bajo el comando de Hitler. 

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En el Perú tenemos grandes globos inflados de sabiduría; pero en el Perú no nos pueden decir estos globos ni lo que el país necesita para salvarse de la bancarrota y del imperialismo, ni tan sólo cuál es el rol de un Banco de Estado, cuál el de un Banco Agrícola, cuál el de un Banco Colonizador, minero o de cooperativas. Casí podríamos decir que estamos en esta materia en pañales. Los globos del civilismo clásico, que ya empiezan a inflarse, no van más allá de lo que Leguía hizo. Traer a Kemmerer para solucionar nuestras finanzas, creemos, que no se diferencia de traer a Cumberland. Convenzámonos de una vez: el Perú nо podrá salvarse en manos del civilismo. Precisamos hombres nuevos, precisamos juventud, precisamos ciencia y honradez.

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Los jóvenes tenemos la más grande y la más bella responsabilidad histórica de nuestros tiempos: la de redimir a nuestro pueblo de sus males y verdugos, de la injusticia social y del civilismo. El partido Aprista Peruano se ha formado para abordar tal tarea. Conviene que todo buen peruano sepa que le ha nacido al Perú el arma de su verdadera emancipación política, económica y social.

Luis E. Heysen.
Buenos Aires, Enero 1931.

*Claridad. Revista de arte, crítica y letras, tribuna del pensamiento izquierdista. Año 9, Nº 223, Buenos Aires, 24 enero 1931.

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