Julio Cuadros Caldas: "El comunismo criollo y el APRA"

En los primeros meses de 1928 tuve oportunidad de oír una serie de conferencias dadas en México por Victor Raúl Haya de la Torre, a propuesta de la Universidad Nacional. En estas conferencias se hizo un estudio realista de la situación latino americana, abarcando todo el periodo colonial y todo el republicano, enmarcando en una sola visión marxista la gestación de este enorme conglomerado que es Indo América y señalando con precisión matemática la orientación con que los pueblos latinoamericanos pueden hacer frente a la conquista anglosajona. Su estudio revelaba algo que yo no había encontrado hasta entonces: la interpretación económica de nuestro destino.

Como bohemio revolucionario, había leído y oído con fruición a Rodó, Ugarte, Ingenieros y Palacios, pero su camino de idealismo, de romanticismo, de filosofía, me había dejado siempre un hueco en mi corazón indolatino. Mi instinto revolucionario se quedaba con hambre, porque comprendía que no madurábamos el fruto de nuestro propio conocimiento, que íbamos por veredas, pero no por nuestro propio camino.

Al mismo tiempo. Haya de la Torre formaba la sección mexicana del APRA, y simultáneamente los flamantes comunistas criollos de la ciudad de México lanzaban sus andanadas de insultos, sus descargas cerradas de granujerías, en que tanto han descollado, calificándolo de oportunista, de espía de Estados Unidos, de rendido a las burguesías gobernantes, etc., y cien etcéteras más de calibre comunista criollo.

Al principio, creí que se trataba de cuestiones personalistas, debidas a que Haya de la Torre, en el Congreso Antiimperialista celebrado en Bruselas en febrero de 1927, había revolcado a Julio Antonio Mella, muchacho sano, caído en las redes del comunismo de cartel. Mella, desconociendo en absoluto la verdadera situación, pero dirigido por el grupo de europeos que creían venir a sovietizar la América española, había dado un informe fantástico, carente de toda estructura científica. Entonces. Haya de la Torre presentó otro informe explicando cómo la influencia económica del imperialismo norteamericano se desarrollaba en cuatro sectores, obrando distintamente en cada uno. Estos sectores son: el de México y el Caribe, el de las repúblicas bolivarianas, el de Chile y Repúblicas del Plata y el sector del Brasil.

Estas cuatro zonas de influencia tienen su táctica de penetración imperialista, de acuerdo con las condiciones económicas y políticas de cada una, cosa que ya no es del resorte de este libro. Lo importante es que el Congreso de Bruselas, convocado por Moscú, aceptó el informe realista de Haya de la Torre, probando con ello que los señores comunistas no sabían ni lo que estaban hablando.

Con motivo de los insultos canallescos del grupito comunista de México, asistí como testigo de Haya de la Torre a unas explicaciones con Julio A. Mella, cuyo testigo fué Tristán Maroff, un boliviano que, llevado de su ardor bolchevique no sólo cambió su verdadero nombre, Gustavo Navarro, por el moscovita, sino que se deja crecer las barbas y fuma en pipa, a pesar de que en sus libros se revela como legítimo indianista.

En esta entrevista se puso en claro que no se trataba de personalismo alguno. La verdad era que el APRA venía a desvanecer los sueños y a derretir ilusiones de cuarenta muchachos ingenuos que, sugestionados por un grupo de europeos, creyeron venir a sovietizar a América latina, como por arte de magia, con carteles llamativos, gritos e insultos.

En el mencionado congreso de Bruselas, por consigna de Moscú, se creó el llamado Frente Unico Antiimperialista de las Américas, que pretendía organizarse con todo el mundo: desde la extrema derecha de nuestra burguesía feudal, hasta los grupos comunistas. Haya de la Torre sostuvo los puntos del APRA, negándose a pactar con la alta burguesía, insistiendo en que el movimiento antiimperialista debe ser político, a través de un partido nacional, libre de toda tutela extranjera, y dejó constancia de que la representación de nuestros países era espúrea e incompleta, no habiendo representantes de Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay. Colombia, Paraguay, Santo Domingo y otros.

La firmeza de los representantes del APRA al negarse a someterse a Moscú para la lucha de nosotros contra el imperialismo norteamericano, fué y es la causa de los insultos contra Haya de la Torre y contra todos los que sostenemos que la liberación de los pueblos indolatinos sólo puede ser lograda por nosotros mismos, y como las hojitas insultantes y canallescas de los comunistas criollos contra el APRA pueden provocar alguna desorientación a los jóvenes que no están en antecedentes, quiero hacer un ligero análisis de lo que es el APRA.

Haya de la Torre en homenaje a los mártires en Chan Chan.

Haya de la Torre fundó en Lima, en el año 1923, las Universidades Populares "González Prada". De estas organizaciones, las primeras fundadas en América, y de cuyas clases los estudiantes salían a buscar a los obreros para transmitirles sus propios conocimientos, surgió el primer llamamiento a los trabajadores manuales e intelectuales para la formación de un frente único antiimperialista. Fruto de ese llamamiento fué la fundación en México, en 1924, de la primera Liga Antiimperialista Panamericana, y en Buenos Aires la Unión Latino Americana... La primera, con un simple programa de resistencia; la segunda, de pura acción intelectual.

En 1924, se fundó también en Lima el APRA con un programa político y un llamamiento a obreros manuales e intelectuales y clase media, para formar un frente único.

Su programa contiene cinco puntos generales, que son:

1° Acción contra el imperialismo yanqui.
2° Por la unidad política de Latino América.
3° Por la nacionalización de tierras e industrias.
4° Por la internacionalización del Canal de Panamá.
5° Por la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo. 

Por estas bases constitutivas se puede medir el despecho de los comunistas criollos, que, con estrecho criterio de niños, patalean de celos porque surge un Partido Antiimperialista autóctono. Si ellos fuesen verdaderos revolucionarios, lejos de combatir al APRA lo saludarían como compañero de lucha. Pero la miopía o la picardía de los comunistas criollos no admite competencia en la explotación libertadora y lanzan su anatema por el sacrilegio de quitarles la dirección del movimiento antiimperialista de Sud América. Ellos, simplisticamente, gritan: "O con el Partido Comunista o contra el Partido Comunista!", y Haya de la Torre les contesta: "Ni con el Partido Comunista, ni contra el Partido Comunista, sino contra el imperialismo yanqui y por la unidad de Sud América".

Haya de la Torre, en su libro "Por la emancipación de América Latina" y en un trabajo inédito que he tenido en mis manos, hace polvo las objeciones comunistas al APRA y deja limpia de toda duda la tesis de que nuestro movimiento antiimperialista indolatino, debe ser de nosotros mismos, sin ninguna tutela extranjera.

Haya de la Torre plantea su teoría del Estado Antiimperialista, como síntesis del tercer punto del programa aprista; "nacionalización de tierras e industrias. Primer caso de Estado Antiimperialista: México.

"Derrotado el Estado Feudal del Latifundio, dice, el nuevo Estado no es el Estado Patriarcal campesino, ni es el Estado burgués, ni el Estado Proletario exclusivamente. La revolución mejicana no representa exactamente la victoria de una sola clase, aunque correspondiéndole históricamente el triunfo económico a la clase campesina, haya sido la más beneficiada. Pero en la Revolución mejicana aparecen otras clases también favorecidas: la clase obrera y la clase media.

"Confuso, aparentemente, el movimiento mejicano, es, en esencia, el estallido ciudadano contra el gobierno feudal, barrera de los derechos demo. cráticos, principalmente.. El alzamiento campesino contra la clase que ese gobierno representaba, después. Y, finalmente, el empuje de un frente único campesino, obrero y de clase media, que cristaliza jurídicamente en la Constitución de Querétaro, de 1917, cuyo contenido económico-social es antifeudal y antiimperialista en su artículo 27, obrerista y mesoclasista en el 123 y burgués, liberal o democrático en su inspiración total. Y como para cumplir estas conquistas revolucionarias se encuentra con la oposición imperialista yanqui, reencarnando al vencido poder feudal del latifundio, el Estado deviene así en instrumento, bien o mal usado, de lucha de esas tres clases contra el nuevo enemigo, que pugna por impedir la consumación revolucionaria.

"El Estado es, fundamentalmente, un instrumento de defensa de las clases campesinas, obrera y media contra el imperialismo que las amenaza. El Estado, consecuentemente, es, en principio, un Estado antiimperialista, con un nuevo mecanismo económico basado en el control del Estado, parcial o progresivo."

Haya de la Torre propugna por establecer otro Estado antiimperialista en América del Sur, en el reste dei territorio del que fué Imperio de los Incas, aprovechando los aciertos y errores de la Revolución mejicana y formando así un segundo foco que respalde y refuerce al de Méjico.

El fundador del APRA combate el entrometimiento inconsulto y atolondrado del comunismo en Indo América, poniendo de relieve las grandes diferencias que hay entre ésta y Europa. En Europa, el imperialismo es la última etapa del capitalismo, mientras que en Indo América es la primera, si entendemos por imperialismo la emigración de capital y la conquista de mercados.

En Europa se formó una burguesía fuerte como clase, que arrebató el poder al feudalismo, al paso que en Indo América no hemos tenido tiempo de formarlo, porque nuestra independencia de España, hace un siglo, fué propiamente la consolidación del feudalismo. En el Viejo Mundo hay un proletariado, fuerte como clase, preparado como lo demostró en Rusia, para tomar y organizar el poder, al par que en Indo América carecemos de proletariado, pues los núcleos de Chile. Argentina y Méjico, son tan minúsculos, que su fuerza política seria nula al pretender apoderarse, solos, del poder, sin la ayuda de la clase media y campesina. Por esta carencia de una clase obrera fuerte, no puede hacer nada en América un Partido de clase como el Comunista, que pretende destruir a la clase media y dominar a la campesina.

En Europa, puede decirse que ya no hay clase media, porque ésta se ha fundido con el proletariado, y por eso los comunistas, que desconocen nuestra estratificación social, pretenden que desechemos a los revolucionarios de la clase media, que entre nosotros, precisamente por ser la primera víctima del imperialismo, ha sido la primera en lanzar el grito de alarma y en suministrar los di. rectores de la Revolución mejicana.

Para el Partido Comunista, que es Europa de izquierda, la lucha contra el imperialismo yanqui es casi cuestión de sport revolucionario; es uno de los varios aspectos de su acción mundial, mientras que para Indo América es cuestión esencial, primaria, urgente y de vida o muerte. Europa es industrial: Indo América es agraria.

Por todo esto, se explica el fracaso rotundo del comunismo en Indo América. Sólo se han formado grupos artificiales en Méjico, Cuba, Argentina. Brasil, Chile y Uruguay.

Con excepción de Chile y Uruguay, donde han llevado compañeros a las Cámaras, esos núcleos no llegan a una lista de 500 miembros. En Méjico, tres comunistas fueron a las Cámaras: Monzón, Ramos Pedrueza y Laborde. Pero no fueron por votos comunistas, sino por votos obreros y campesinos. Sin embargo, en Méjico hacen creer a Moscú que hay 2.000 comunistas, cuando nunca llegaron a 200. En la Argentina, donde existe la célula más vieja no han llevado un solo diputado a las Cámaras. Al contrario, se dividieron en "oficiales" y "obreros", y llegaron hasta a irse a las manos. En Méjico vivían expulsándose unos a otros. A Julio A. Mella, cubano, pocos días antes de haber sido asesinado, lo habían expulsado del partido. A Diego Rivera, Rafael Ramos Pedrueza y Renato Molina Enrique, únicos intelectuales mejicanos en el grupito comunista, los expulsaron porque no quisieron renunciar a sus puestos en el gobierno revolucionario. A Esteban Pavletich, peruano, que fué ayudante de Sandino, lo expulsaron por pertenecer al APRA.

Es un estado de histerismo femenino el que sufrían, o un juego infantil, de chismes, el que desempeñaban. Todo lo cual prueba que estos muchachos del comunismo criollo no entienden el problema revolucionario indolatino.

Por eso su furor histérico contra el APRA, que viene a llenar una función vital y que satisface por el momento las necesidades políticas de Indo América.

Extranjeros como son en Indo América los comunistas, y fanáticos por copiar y poner en práctica la literatura comunista europea, se han desgañitado gritando contra la admisión de la clase media en los movimientos revolucionarios de Indo América. Ignorantes de todos nuestros asuntos, no saben ellos que fueron las clases medias las que hicieron la independencia política de España en 1810 y que son las clases medias las que han dado el primer grito antiimperialista en 1910. Basta recordar a Ingenieros, que fundó en la Argentina la Unión Latino Americana, y a Manuel Ugarte y Alfredo Palacios, que continuaron su obra. En el Perú, fueron muchachos de la clase media quienes fundaron las Universidades Populares "González Prada" y el APRA, enfrentándose con el dictador Leguía, que ha tenido el tupé de compararse a Bolívar.

Pertenecen a la clase media los muchachos que hicieron la Reforma Universitaria, reforma que ha cundido como epidemia libertaria por todas las universidades de Indo América. De la clase media fueron los intelectuales y estudiantes que tumbaron en Colombia al presidente Reyes y al ministro de guerra Rengifo.

Augusto Sandino, el héroe de Nicaragua actual, pertenece a la clase media, y a ella pertenecieron Julián Irías, Perdomo Herrera, el Padre Bolio y los que se enfrentaron a los gringos en su primera invasión a Nicaragua, en 1909, y de los cuales el que esto escribe tuvo el honor de ser compañero.

El movimiento de la Reforma en Méjico, que resistió la invasión de las tropas europeas, que fusiló a Maximiliano y nacionalizó las fabulosas riquezas inmuebles del clero, fué dirigido por intelectuales de la clase media, como Benito Juárez, Lerdo de Tejada, Armas Farias, Melchor Ocampo y veinte más de igual categoría.

La Revolución mejicana, primera y esencial etapa de la Revolución Indo Americana, tuvo todos sus precursores en la clase media: los Flores Magón, Librado Rivera, Ireneo Paz, los hermanos Saravia, Eduardo Cansino, Amadeo Ferrer, Paulino Martinez, Antonio Villarreal, Santiago de la Vega, Anselmo Figueroa, Camilo Arriaga, Serapio Rendón, etc.

Los iniciadores del movimiento agrario que dió orientación definitiva al movimiento político mejicano de 1910, fueron todos de la clase media: E. Zapata, A. Molina Enríquez, Francisco y Emilio Vázquez Gómez, Cándido Navarro, Juan Banderas, Angel Barrios, etc.

Los que cimentaron la revolución en el poder son todos de la clase media: Alvaro Obregón, P. Elías Calles, Salvador Alvarado, E. Portes Gil, P. Ortiz Rubio, F. Carrillo Puerto, Adalberto Tejeda, Aurelio Manrique, etc. Los intelectuales que han consolidado y extendido la ideología revolucionaria se llaman Vasconcelos, Nieto, Soto y Gauna, Vadillo, Bojórquez, Rosendo Salazar, Atl. Castro Leal, Cosio Villegas, Fabile, R. López, Manjarrez, Maples Arce, List Arzubide, Martínez Rendón, Rendón, Ramírez Cabañas, Silva Herzog, Jesús y F. Soto, Alfonso Toro, y son todos de la misma clase.

Los artistas que plasman en su nueva orientación la nueva ideología revolucionaria son también de la clase media, y se llaman Diego Rivera, José Clemente Orozco, Best Morgard, Julián Carrillo, etc.

Y es que la clase media es la primera que siente el zarpazo del imperialismo. La pequeña tienda de ropa o de abarrotes desaparece ante el gran almacén. El pequeño taller es barrido por la fábrica enorme. El establo modesto es vencido por el establo poderoso. El minero en pequeño no puede competir con el gran trust, que baja artificialmente el precio del metal. El pequeño agricultor no puede competir con los trenes de productos agrícolas que vienen del exterior. El médico mismo se ve competido con los productos de patentes de las vastas fábricas extranjeras. Al abogado, al profesional, en general, le llega de carambola el perjuicio por la falta de clientela y se siente empujado por el imperialismo hacia las filas del proletariado. Nada más natural, entonces, que sea la clase media una de las más decididas en la lucha contra el imperialismo, y nada más lógico que un movimiento revolucionario antiimperialista aproveche la enorme fuerza moral, intelectual, sentimental y económica de la clase media.

Solo a los comunistas criollos puede ocurrirseles considerar a esta clase social como enemiga. Creen ellos que Indo América es Europa, donde, puede decirse, no existe una clase media como la nuestra, sino que hay una burguesía poderosa arriba, al medio un fuerte proletariado y más abajo la clase campesina. Si tuvieran buenos ojos para ver claro nuestra estratificación social, verían ellos que en Indo América sólo hay dos clases fuertes: la campesina, por su número y producción, y la media, por su intelectualidad, mayor acometividad, pequeños intereses que posee y que, justamente, significan considerable porcentaje de la riqueza nacional. En medio de ellas hay pequeños núcleos de proletariado que apenas si tienen importancia en Méjico y en la Argentina. El resto de nuestros países es netamente agrario. En Méjico, la mayor organización obrera es la C. R. O. M.. cuya fuerza era más aparente que real, debido a la posición dentro del gobierno de sus directores.

Ahora, que ya no disfrutan esos directores de ministerios, ayuntamientos, fábricas oficiales, gobiernos de Estado, la C. R. O. M., que es amarilla, odia cordialmente al comunismo criollo, como instintivamente lo repudia el noventa y nueve por ciento del escaso proletariado indolatino.

En México hay 700.000 obreros, sobre una población de 15.000.000. De las 700.000 sólo 200.000 obreros están organizados en la C. R. O. M., y de aquéllos puede decirse que la mitad son obreros y el resto campesinos.

Conozco el caso de las fábricas de hilados San Martín Texmelucan, cuyos operarios en un 75 por ciento son, al mismo tiempo, ejidatarios.

Antes de la revolución eran campesinos despojados por los latifundistas que buscaban en la fabrica, refugio a su miseria. Ahora, ya dotados de tierras, han recobrado su carácter de campesinos y siguen trabajando sus 8 horas diarias en los telares. Sin temor a exagerar, puede asegurarse que en Méjico no llegan a 300.000 los obreros metropolitanos que pudiéramos llamar propiamente propietarios.

Por todo esto salta a la vista la miopía, la idiotez de los señores comunistas criollos al pretender que se prescinda de la clase media para el movimiento antiimperialista de la América Latina y que, sin existir en ella proletariado, se haga una revolución proletaria.

Con razón Haya de la Torre dice que no sabe qué cosa admirar más, si la capacidad de los directores del movimiento ruso o la estupidez de los comunistas criollos. Y cita el siguiente párrafo del periódico "L'Humanité" de los comunistas franceses, aparecido en el número del 28 de febrero de 1928: "La mayor parte de la América Latina son, en realidad, monarquías feudales o sermifeudales: por lo mismo el contenida social de la lucha antimperialista es, ante todo, la revolución democrática, el aniquilamiento de los últimos vestigios feudales, la liberación de los campesinos, la revolución agraria. Solamente detrás de ellos se dibujan los contornos de un block de repúblicas obreras y campesinas independientes, en lucha contra el dolor".

Los comunistas, en su fobia contra la clase media, la denominan "pequeña burguesía"; pero ninguno de ellos puede trazar la línea que la separa del proletariado, la raya y el punto donde termina el asalariado proletario y empieza el mesoclasista. Ni tampoco pueden prescindir de la clase media al esquematizar sus planes de lucha. Recomiendo a los lectores “El movimiento revolucionario latinoamericano", libro editado por "La Correspondencia Sudamericana" para dar a conocer los trabajos de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de 1929. En sus páginas 84, 118, 122, 145 у 162, los delegados hablan de la clase media.

"Un papel importante, tanto por su cantidad como por su actividad social y política, es desempeñado por la pequeña burguesía urbana y rural; artesanos, comerciantes de toda clase, intelectuales, funcionarios oficiales, empleados, etc.", dice Luis, enviado de la Internacional de Moscú.

"Como dato interesante para que se comprenda como, en la lucha contra el imperialismo se pueden encontrar aliados en categorías sociales no proletarias", dice Mabecha, de Colombia, diré que el pequeño comercio, que sufre igual que los obreros y campesinos la penetración del imperialismo, en todo momento manifestó su adhesión al movimiento (huelga bananera) y contribuyó financieramente al éxito de la huelga".

El delegado brasileño, Gabrinetti, informando sobre el movimiento huelguista revolucionario de San Pablo, dice: "Es de señalar que se buscó interesar en ese conflicto, dada su importancia, no sólo a los campesinos y obreros, sino también a los pequeños burgueses, estudiantes, etc.".

González Alberdi, delegado argentino, dijo: "En cambio, grandes masas campesinas, restos del artesanado, fonderos y otras categorías de comerciantes del campo, núcleos del pequeño comercio y de la pequeña industria semiiartesana de la ciudad, así como núcleos de estudiantes e intelectuales, que sufren las consecuencias de la penetración imperialista, son movilizados para la acción revolucionaria contra el imperialismo".

Losovsky, en su libro "El movimiento sindical latinoamericano", tiene estos tres párrafos para la clase media:

"Hay aún en la América Latina, un problema que no se plantea ya en los países de Europa, y es el de los intelectuales y la pequeña burguesía".

Este es el problema que se plantea ante la América Latina y ya he dicho que el empuje del imperialismo americano, plantea ante la pequeña burguesía, ante la clase campesina y los intelectuales también, el problema de la resistencia y de la lucha. Se trata de realizar el frente único en la lucha contra la gran burguesía americana.

En Mejico estamos en presencia de una revolución que tiene un carácter específico, porque ella tiene lugar en un país que posee una gran masa de campesinos, una numerosa pequeña burguesía; en un país que se encuentra bajo el yugo del imperialismo norteamericano y por el hecho mismo de que la revolución va dirigida contra el imperialismo, toda acción de la pequeña burguesía se transforma en actos muy importantes para la clase obrera, por cuanto las luchas contra el imperialismo mundial van siempre en beneficio de la clase obrera mundial."

Otro de los estribillos de los comunistas criollos es el de los intelectuales que, aunque en un 999 por mil pertenecen a la clase media, ellos los colocan en clase aparte. La aversión es hija de la colosal ignorancia de estas gentes. Como no conocen la historia del pensamiento humano, ignoran que han sido los intelectuales los guías de la especie humana hacia el Progreso. Circunscribiéndonos a la revolución rusa, ignoran ellos que son Marx y Engels, intelectuales, los creadores del Comunismo Científico y que fueron intelectuales los que llevaron a cabo el movimiento bolschevique.

No saben que Lenin, Gorki, Dostoievsky, Tichonov, Majakowski, Lunatcharski, Bujarín, Losovski, Rikof. Stalin, etc., etc., son intelectuales.

Como si los intelectuales revolucionarios no fuesen el más alto tipo de proletario el que dedica su inteligencia, su corazón y su vida a romper la brecha para que pase la masa humana hacia su perfeccionamiento. Como si un obrero analfabeto y torpe pudiese escribir el Manifiesto que escribieron los intelectuales Marx y Engels.

Como si no fueran verdad las palabras de Lenín: "La revolución es una ciencia".

Como si no fuese cierto lo que dice Trotzki. En la política, directora de la revolución, todo es claridad y vigilancia. La estrategia de la revolución no es informe como la violencia de los elementos, sino terminada como una fórmula matemática. Por primera vez en la Historia, vemos traducida en hechos el álgebra de la revolución.

¿Entenderán esto los comunistas criollos? 

Seguramente que no, puesto que una de sus fobias peculiares es contra todo revolucionario que tiene inteligencia, que estudia y que sabe.

Losovsky, en su obra ya citada, dice: "Como he dicho, no estamos en contra de los intelectuales. Somos favorables a ellos. Hay gran número de intelectuales que trabajan en todos los movimientos revolucionarios, en todos los partidos comunistas. en la revolución rusa, etc. Pero el problema consiste en esto; se trata de saber si los intelectuales son para la clase obrera o si la clase obrera es para los intelectuales.

Los intelectuales que van a la clase obrera para educarla, para ayudarla, para encontrar nuevos elementos y ponerlos a la cabeza del movimiento sindical, están con nosotros totalmente y marchamos juntos.

Trotzki, en su obra "Literatura y Revolución", pág. 153, dice: "La República Soviética es una Liga de trabajadores, campesinos e intelectuales, hijos de pequeños burgueses bajo la dirección del Partido Comunista".

Stalin, en su informe al XV Congreso del Partido Comunista, habla de los intelectuales en la siguiente forma: "Cientos y miles de trabajadores intelectuales abandonan la tendencia "Smiendvekh" para unirse al poder soviético. Es un hecho alentador del que debemos tomar nota. En este punto, los que marchan a la cabeza son los intelectuales técnicos. Y no hablo de los trabajadores intelectuales de los campos y, en particular, de los maestros de aldea, que desde hace mucho tiempo han pasado al lado del poder soviético y no pueden sino saludar el desarrollo de las instituciones escolares en los campos... He ahí porque, junto al creciente descontento en ciertas capas de intelectuales, comprobamos la alianza de los intelectuales trabajadores con la clase obrera...

La tarea del Partido consiste en continuar el aislamiento de la nueva burguesía y en consolidar la unión de la clase obrera con los trabajadores intelectuales soviéticos de las ciudades y de los campos".

Pero los comunistas criollos piensan distinto y alimentan su fobia contra todo intelectual revolucionario.

Julio Cuadros Caldas.

*Claridad. Revista de arte, crítica y letras, tribuna del pensamiento izquierdista. Año 9, Nº 220, Buenos Aires, 13 diciembre de 1930.

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