Alan García: "Los apristas siempre hemos manifestado la defensa de la democracia"

Que Alan García piensa y piensa en serio en 1985 no es ninguna novedad. En esta entrevista, no obstante, el secretario general del APRA piensa y habla de 1983 y de sus grandes problemas, y ·reflexiona en voz alta sobre la oposición, y sobre la estrategia antisubversiva que se aplica en Ayacucho, entre otras cosas. Por muchas razones una sugerente y preliminar entrevista, realizada antes de su visita a Ayacucho.

—La izquierda quiso entregarle y discutir con el APRA una propuesta de confluencia entre todas "las fuerzas progresistas y democráticas" del país. Ustedes aceptaron pero luego cancelaron el encuentro. Sinceramente, ¿qué sucedió?

Sucedió que situaciones momentáneas impidieron la cita. Yo conversé con el presidente de la Izquierda Unida y le expliqué la inconveniencia de encontrarnos ese 18 de junio porque era la víspera de un proceso electoral interno en mi partido... Lo que no ha impedido que mantengamos excelentes y cordiales relaciones con los partidos de izquierda y que hayamos leído el documento ...

—Lo han leído pero no le han dado ninguna importancia . ..

Los apristas hemos manifestado reiteradamente que en lo que se refiere a la defensa de la democracia y a los intereses nacionales y populares tenemos una posición muy clara que es de principios y, por lo tanto, estamos en condiciones de concordar y actuar en conjunto con las fuerzas políticas que defienden las mismas propuestas...

—Sin embargo, el encuentro no se realizó...

El encuentro es accesorio, lo importante era y es la posición de los partidos...

—El problema es que cuando no se practica lo que se dice...

En la práctica diaria lo demostramos... Revisemos lo actuado, por ejemplo, en la última semana: hemos reactualizado el debate económico, un tanto olvidado por los problemas políticos; hemos llamado a la sociedad a movilizarse, en todas sus instituciones, para que no sean sólo los partidos los que protestan.

—El gobierno acaba de cumplir tres años de ejercicio y el señalamiento de sus errores y deficiencias ha sido prolijo. Le pregunto por la oposición; ¿cuáles son sus desaciertos?

Una excelente pregunta que podría haber sido formulada por Manuel Ulloa, quien solía devolver las críticas de la oposición preguntando por nuestras críticas...

—Lo que dice no lo exonera de la respuesta. Las evaluaciones son positivas...

Ya lo creo... Fundamentalmente, no haber tenido una línea coherente que nos permitiera aglutinar fuerzas populares sin que cada partido pierda su identidad histórica o política; ha faltado coordinación, aunque sobre el camino hemos avanzado bastante, sobre todo en el nivel parlamentario y en el sindical defendiendo casos concretos como los de las empresas públicas Sider-Perú y Pesca-Perú. En segundo lugar, los partidos progresistas hemos olvidado que el Perú es un país mucho más complejo que antes y que como consecuencia de la masificación de la comunicación, la propia cultura se ha centrifugado junto con la institucionalidad social. ¿Qué ha sucedido? Los partidos políticos, una de las formas de intermediación de la sociedad, son hoy expresiones gregarias de una sociedad actual donde existen muchas otras instituciones a las que los partidos debemos convocar y contagiar, y nosotros hemos fallado en no haber sabido vincularnos más a estas instituciones que son diversas y que se encuentran en los cientos de clubes provincianos que, por ejemplo, todas las semanas congregan a miles de provincianos en la misma Lima, que se encuentran en instituciones religiosas, económicas, geográficas. Nos ha faltado aceptar que la política es sólo un ingrediente más de la vida social, muy importante porque la condensa, como sostenía Lenin, pero que no lo es todo ...

—Es cierto, pero la oposición no ha sido eficiente porque, entre otras cosas, se encuentra dispersa, separada. . . .

Si revisamos el diario de debates del Parlamento encontraremos que su actuación es concurrente...

—Pero como se quedan sólo en el parlamento...

Aquí hay un problema no siempre bien entendido. El 18 de mayo de 1980, gracias al voto popular, perdió el Perú de los años posteriores y Acción Popular conquistó una mayoría parlamentaria que junto con el poder del Ejecutivo le permitió luego mayoría en los municipios, en las corporaciones departamentales, en -las empresas públicas, en los organismos descentralizados. Esta es una realidad. Nosotros somos minoría. Somos minoría, en este nivel, quienes estamos de acuerdo en la crítica y en la censura del modelo económico antinacional y regresivo en lo social porque no planifica y viene desmantelando el Estado. Los analistas hablan de que la oposición es incapaz de traducir el descontento en un aluvional movimiento social. Yo pregunto: ¿cómo?, ¿cómo hacerlo, si el gobierno tiene los aspectos simbólicos de comunicación y puede dar pequeñas concesiones o alimentar expectativas? Y, en esto último, creo que Alfonso Grados Bertorini, desde el Ministerio de Trabajo, ha sido el gran enemigo de la oposición...

—¿Por qué razón?

Porque ha sabido manipular a las fuerzas sindicales y, al mismo tiempo, mantener ciertas expectativas en las centrales sindicales que debían haber sido más combativas...

—¿Es una crítica al movimiento sindical?

No puedo hacerle una crítica al sindicalismo peruano porque podría rebotar en contra de mi partido. Lo único que quiero decirle es que cuando se habla de que hay que salir del parlamento para reclamar —y nosotros hemos sido abundantes en los reclamos— yo digo que eso no basta; nosotros lo hemos hecho en Trujillo, en Chimbote, por ejemplo, donde municipios apristas han batallado denodadamente... El problema es que contra una teórica capacidad de movilización conspira la propia crisis...

Alan García.

—¿Cómo así?

Tomemos a los paros y las huelgas como ejemplo. La experiencia demuestra que la crisis económica amortigua, en última instancia, la capacidad de convocatoria de una oposición minoritaria institucionalmente. Un trabajador pierde parando porque el gobierno es insensible y porque pierde el salario del día del paro y su dominical. El paro es muy caro...

—Pero los trabajadores sindicalizados no son, cuantitativamente, más del siete por ciento de la población...

Pero teóricamente es el sector social más sistemático y más politizado. Lo que sucede es que la propia crisis ha terminado convirtiéndose en la peor enemiga de la protesta social y esto es importante recordarlo porque existen quienes se desesperan al no ver surgir de la cabeza de la crisis el socialismo y la transformación social y critican a la oposición, en especial al APRA y a la Izquierda Unida...

—Hablemos de quienes se cansaron de esperar, hablemos de Sendero Luminoso.

Un Sendero Luminoso y un fenómeno terrorista que no se entiende en su naturaleza. Un tema difícil porque cuando se trata realistamente se nos acusa de encubrir a Sendero...

—¿Por qué no me da su interpretación?

Hay razones histórico sociales, psicológicas y regionales que explican este fenómeno de vigencia. Cuando usted ve que son jóvenes, casi niños, los que mueren, se queda asombrado y consternado. ¿ Qué sucede aquí?, se pregunta. Es un sistema histórico el que falla; no creo por lo tanto que toda la culpa la tenga Belaúnde ni el gobierno: es la historia del Perú, de la que Belaúnde no es sino la continuación inercial, la que está estallando. Es toda una sociedad marginal la que el policía, el juez, el gobernador y en algunos casos hasta el cura, son expoliadores de los habitantes y son los "encomenderos" del poder central que viven de estas gentes que no tienen sino la esperanza de poner punto final a esta situación, aunque para ello no tengan sino la utopía de volver retrospectivamente en la historia y aunque para ello tengan que usar de la violencia. Es el estallido de zonas del país donde el sistema político y los partidos no han llegado y donde sí llegó Sendero Luminoso, donde Sendero se presentó como una alternativa y donde no hay nadie que les diga a esos peruanos que ésa es una alternativa ciega, equivocada y peligrosa para el país.

Son razones que tenemos que aceptar y creo que usted las comparte ... Otra cosa es la violencia misma; la violencia que se independiza de sus causas, se ideologiza y se convierte en algo autónomo. El gobierno no entendió en su momento la naturaleza de este fenómeno y cuando se sintió jaqueado ha ,apelado a una serie de procedimientos que no creo que sean los más adecuados...

—¿Como por ejemplo la intervención de las Fuerzas Armadas en Ayacucho?

Efectivamente, yo no sé qué puede hacer el Ejército en Ayacucho si Sendero Luminoso no tiene un ejército regular ubicable y si sus acciones son anónimas, subterráneas, confundidas entre las gentes. Lo que sucede en Ayacucho no es un problema de frente de batalla, es de inteligencia y de desarrollo ... Y se habla de pena de muerte aunque todos sabemos que si se aprueba sólo regirá a partir de 1985 y que la medida en sí misma no es ninguna garantía para disuadir y menos para poner fin al terrorismo. Este es un problema muy mal tratado por el gobierno.

—¿Cuál es su propuesta alternativa?

Parte de un supuesto que no se da en la actualidad: la autoridad moral que los gobernantes deben tener...

—¿Podría explicar?

Le responderé pensando en un gobierno aprista: la matriz del gobierno estaría orientada por una concepción y un proyecto de desarrollo nacional, esto es, en una afirmación productiva del país, una independencia económica respecto de la economía mundial, una democratización progresiva de la participación popular, una movilización permanente de las fuerzas productivas de la sociedad, una prioridad en el rol planificador del Estado y en la comprensión y en la práctica de que los problemas más urgentes del país son aquellos que afectan a la mayor cantidad de peruanos: alimentación, salud, vivienda, educación.

Un gobierno de este tipo, que sin duda expresa el sentir de las mayorías, es un gobierno que yo llamo con autoridad moral plena para, defendiendo un modelo social futuro, actuar contra quienes se levantan con la violencia…

—Y un gobierno que no tiene legitimidad moral ¿no puede combatir la violencia?

Por supuesto que puede. Yo creo que hay que sancionar al terrorismo y a la violencia pero en forma debida y sin exceso, con inteligencia y energía porque para eso está el Código Penal. Y hay que sancionarlo cualquiera sea su matiz: de una izquierda enceguecida o de una derecha que alienta el fascismo. Lo que sucede con un gobierno que ha perdido legitimidad es que tiene muchas dificultades: ¿cómo podría, por ejemplo, exigirle a todo el país que se alinee detrás suyo si el gobierno no vela ni representa los intereses nacionales y no gobierna para las mayorías del país? Este gobierno defiende la formalidad democrática…

—En resumen este gobierno tiene dificultades para enfrentarse a la violencia... 

Sí, pero· hay un hecho: la democracia es la democracia. Y en la democracia existe la posibilidad de equivocarse; el error es una posibilidad y no porque el régimen —no la democracia— es malo, la democracia es afectada. En la democracia existen quienes participando de ella se envilecen, pero ella tiene mecanismos de autodefensa: la renovación periódica es uno de ellos...

—Hablábamos de medidas concretas para modificar la estrategia antisubversiva puesta en práctica por el actual gobierno.

El fenómeno tiene, al margen de causas históricas y sociales, componentes ideológicos, un grupo directriz que son los agentes medulares del terrorismo; tiene además un contorno de militantes a presión por su medio social o por coacción directa. Hay que desarticular esa médula con servicios de inteligencia bien capacitarlos... Ahora, eso demorará; el terrorismo en el Perú no concluirá ni en seis meses ni en 1985 y así como se convive con la inflación poco a poco tenemos que aprender a vivir con la violencia; una violencia que disminuirá cuando los gobiernos sean legítimos y se solucionen los problemas estructurales del país. Esa es la realidad; no existen las medidas mágicas, y, evidentemente, no estamos porque se exterminen las zona; en que prende el fenómeno Sendero...

—¿Y cómo se aprende a convivir con la violencia?

Primero que nada entendiendo que la violencia es un componente histórico y propio de esta vida moderna, que no es ajeno a otras partes del mundo...

—¿Parte de la modernización del país?

De alguna manera sí; parte de la cotidianidad de un mundo violento. Parte —y no sé si es muy arriesgado decirlo— de la existencia permanente de sectores insatisfechos, ya sea ideológicos o sociales; sectores que siempre podrán emplear la violencia que se ha constituido en una de las alternativas que tienen los hombres en el siglo XX; una alternativa equivocada en mi concepto, pero alternativa. Por eso creo que en este caso concreto el gobierno debe defenderse de ella, aunque no lo pueda hacer en nombre de las mayorías y de los intereses de éstas, como debería hacerlo. La violencia es una onda de larga duración, por eso no seamos irresponsables y digamos que de aquí a tres o cinco meses se acaba con ella. Hay que crear aparatos de inteligencia adecuados, sistemas penitenciarios que permitan que quienes vayan a ellos se rehabiliten, y, lo principal, dar cuerpo a un gran proyecto histórico nacional que permita comprometer a todo el país con la no violencia. ¿A nombre de qué proyecto histórico habla Belaúnde? ¿A nombre de qué proyecto histórico se nos defiende de esta alternativa equivocada y estúpida de Sendero Luminoso?

—¿Y las fuerzas políticas, diputado García? La violencia, como ha señalado, es una alternativa para ciertos sectores sociales. El espacio social para la violencia, cualquiera que sea su signo, existe. ¿ Qué hacen las fuerzas políticas para ganar esos espacios sociales, para evitar que Sendero o cualquier grupo fascista los encandile para sus filas y propósitos?

Este es un tema muy importante y me agrada que se toque, porque así como en el sindicalismo se expresa un porcentaje reducido de los trabajadores peruanos —que a su vez son una minoría en el país— en los partidos políticos no se encuentran la mayoría y menos la totalidad de los peruanos. La mayor parte de nuestros compatriotas están al margen de los partidos, y no por apolíticos, pues son gentes motivadas y orientadas, con sentido de responsabilidad, pero que no son encauzadas ni organizadas... Por eso le decía hace un momento que el gran error de los partidos es suponer que todos los peruanos son politizados y que se expresan políticamente. Debemos hacer el esfuerzo por llegar a estos sectores y ganarlos, no para un partido sino para la vida política peruana, para una corriente ideológica... Le aseguro que cuando esto suceda la violencia no encontrará una base social a la que cautivar...

—Las fuerzas políticas peruanas, incluyendo el APRA, hacen otra cosa ...

Es cierto... Aunque nosotros estamos intentando seriamente que la opinión pública peruana cambie la opinión que tiene de nosotros, es decir, que somos un partido cerrado y sectario, la izquierda también pretende hacer lo mismo aunque, a pesar de ser grupos menos antiguos que el APRA, son más proclives a encerrarse en sí mismos...

—¿Y la violencia en Ayacucho?

La conozco sólo por referencia... Un periodista italiano me decía que la sensación que tuvo en Ayacucho fue la misma que tuvo en Saigón un día antes que cayera el régimen: la violencia, la custodia y la militarización se sienten, se respiran... Antes de fin de mes debo visitar Ayacucho, porque no sólo me preocupan las causas de la violencia sino la situación que vive el resto de. la población ayacuchana que para las fuerzas del orden es toda sospechosa... ·

—¿Usted cree que la violencia pone en peligro el sistema democrático?

Naturalmente. Yo creo que sí, aunque por aceptar esto alguien pueda decirme que me estoy sumando al coro de beatos que dicen defender la democracia y que la santifican para alimentarse mejor... La violencia pone, por ejemplo, en peligro las posibilidades inmediatas de expresarse libremente en un proceso electoral como el de 1983; pone en peligro las posibilidades de 1985... La generalización de la violencia, por otro lado, suele tener una terrible respuesta: la otra violencia ciega que pasa por encima de las formalidades democráticas…

—¿Por qué no trató eso con el presidente Belaúnde cuando se reunieron...?

Nos reunimos en diciembre del año pasado. Fue cuando se anunció el ingreso del Ejército en Ayacucho. Mi preocupación y el reclamo de mi partido, luego que conocimos las declaraciones de las más altas personalidades militares, era porque se respetaran y se garantizaran los derechos humanos en Ayacucho; también queríamos saber las características que tendría la intervención, pues, como peruano y como amigo de las Fuerzas Armadas, era y es un asunto que nos preocupa mucho, pues el Ejército es una institución con la que debemos contar para un proceso de transformación y desarrollo nacional...

—¿Y qué le dijo el presidente?

En términos generales —como es costumbre del presidente— él sostenía que la intervención tendría un carácter logístico y disuasorio; me dijo que las Fuerzas Armadas no participarían en los patrullajes y las persecuciones y comprometió su palabra de que no habría represiones generalizadas y menos violaciones de la Constitución...

—Pero ocurrió otra cosa. Usted sabe que eso no es lo que sucede en Ayacucho.

Han pasado nueve meses desde esa oportunidad y al parecer el gobierno ha modificado estas condiciones. Inicialmente me preocupó que el Ejército estuviera y no estuviera en Ayacucho y que pudiera cargar con toda la responsabilidad de lo que ocurriera... Hoy me preocupa eso y que nos hayamos acostumbrado a convivir con la muerte, tanto que todos los días nos enteramos que mueren 30 ó 40 campesinos y "como son unos pobres indígenas" no se le presta atención; nos comenzamos a volver indiferentes a la muerte de compatriotas. Es gravé, muy grave... Y mientras esto sucede el actual gobierno continúa implementando su modelo económico antinacional en forma un tanto más silenciosa, pues si durante los dos años y medio de Ulloa el lenguaje político estuvo "economizado" y sólo se hablaba de inflación, créditos, aranceles y devaluación, este período de Schwalb ha derivado hacia la seguridad y sólo hablamos de Sendero y Ayacucho, mientras el modelo continúa aplicándose a la sombra de la violencia...

—Para muchos analistas un triunfo aprista en 1985 pasa por el éxito que obtengan en 1983 ¿Está de acuerdo? 

Es una antesala, es cierto… Es parte de un mismo camino...

—El camino del APRA. ¿Y los problemas internos? ¿Resueltos ya?

Siempre hay matices y diferencias que obedecen al juego dinámico institucional... No son importantes...

—¿Tampoco Julio Cruzado?

Es un episodio sobre el que ya se decidió....

—¿De qué forma?

El partido, en cumplimiento de lo solicitado por el Congreso, acordó separar de sus filas al senador Julio Cruzado a efectos de que su vida sindical no vincule al movimiento ... 

—Julio Cruzado entonces no pertenece más al APRA.

No más ...

—No habrán luego rectificaciones. No dirán luego que faltaban ratificaciones...

Si eso necesita ratificación yo estoy demás en el partido... Yo y el Comité Ejecutivo Nacional, que es la instancia que tomó la decisión...

*Entrevista a Alan García, publicada en la revista Quehacer, N°. 24, pp. 45-52.

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