Luis Felipe de las Casas: "Los Apristas estamos hermanados en el dolor y en la lucha"

Luis Felipe de las Casas pertenece a las filas de aquellos apristas "hasta la muerte", aunque no pisen el local de Alfonso Ugarte, ni desfilen, pañuelo en alto, bajo la tribuna del "Día de la Fraternidad". Militando desde su adolescencia en el "Partido del Pueblo", De las Casas ocupó altos cargos de dirección partidaria y sin renunciar explícitamente a su organización presentó lo que él llama su "subrogación" luego del pacto del APRA con la Unión Nacional Odriísta. Durante el régimen del general Velasco, fue embajador del Perú, sin abjurar nunca de su explícita fe en sus ideales doctrinarios. Orador fogoso, gozó de las simpatías personales de, Víctor Raúl. Nada de ello le impidió ejercer la crítica a los virajes políticos e Ideológicos del partido. Actualmente, De las Casas, preside el Instituto de Investigación Política, Económica y Social. Acaba de publicar su libro "El Sectario" en el que su biografía se confunde con la historia del APRA. 

Entrevistado por Raúl Haya de la Torre, hijo del Prefecto de Trujillo de 1932 y sobrino de Víctor Raúl, Luis Felipe de Las Casas habla sobre el APRA que fue, sus virajes políticos y su propia historia personal.

RHT: De su larga experiencia dentro del Partido Aprista, quisiera que recuerde algunas cosas que sirvan para entender el momento actual del partido.

LFDC: El Apra llegó a constituirse en un movimiento casi mítico y religioso, de fe en la posibilidad de construir en nuestro país, una sociedad sobre bases más justas; de retomar el camino histórico del Perú profundo, y, sobre todas las cosas, sincronizarse con el proceso de nuestro planeta. Tenía y tiene una sólida doctrina, una filosofía, un historial. Nadie podrá negar la importancia que el Apra ha ejercido en el país.

Fuimos, como es lógico, combatidos por aquellos que durante tantísimo tiempo estuvieron conduciendo la vida de la sociedad peruana tradicional. Este partido se presenta como una amenaza para este conturbenio criollo y extranjero, al servicio del capital, no al servicio de los trabajadores y de las masas. Por eso es muy explicable que se nos titulara de comunistas.

A partir de 1930 se inicia un proceso político en base a ideas, doctrinas y programas. Y ello se inicia con la organización de la izquierda revolucionaria en el país. Pero a base fundamentalmente del partido aprista que es el partido que logra captar a las clases trabajadoras, —a las clases medias, a las clases obreras, campesinas—, al frente que llamamos nosotros de trabajadores manuales e intelectuales.

¿Cómo se reaccionó contra el Apra? Llamándonos secta, en forma peyorativa. Pero además secta extranjerizante.

Nosotros, marxistamente, atacamos a la plutocracia por ser el factor determinante del estado de atraso, del estado de servidumbre en que vivió el pueblo peruano durante tantísimo tiempo.

El partido está condenado, como otros movimientos en América Latina, a ser un partido de perseguidos, combatido por el estado y por estas fuerzas económicas. Además, mucha gente ve en este movimiento el peligro de la estabilidad de su religión, porque se llegó a los extremos de decir que íbamos a asaltar los conventos, y a violar a las monjas, porque Haya de la Torre presidió y era líder del movimiento del 23 de mayo de 1923 contra la consagración del Perú al Corazón de Jesús. De todas estas armas se aprovecharon.

Se mantuvo una gran disciplina, una gran fraternidad, y se crearon las fuerzas místicas del movimiento, a base del sacrificio de los compañeros que lucharon en la revolución de Trujillo y en otras gestas heroicas del pueblo. El partido mantuvo una férrea disciplina pero lo hizo a base de cuadros clandestinos que estaban muy hermanados en el dolor y en la lucha.

Con el movimiento del 3 de Octubre del 48 se inicia un proceso más largo, muy duro y muy, difícil. Como alguien dijo es muy fácil ser revolucionario a los 18 años, pero es muy difícil ser 18 años o más revolucionario, sobre todo perseguidos en la forma que fuimos.

Cuando el partido entra en el proceso democrático del año 1945, se introducen una serie de elementos ambiciosos que miran ya al Apra como un tobogán para la política futura de este país.

Entran las primeras hornadas de estos oportunistas políticos, que van en plan de cortesanos donde tu tío a rendirle los honores y los elogios. Y a tu tío como a todo ser humano, le agradan los inciensos y los elogios. Entonces se va dibujando dentro del partido dos tendencias, cosa que describo en mi libro "El Sectario".

Como fracasó todo intento, tanto de la derecha como de la izquierda, para formar un gran partido, pensaron que había que meterse dentro del Apra: los de izquierda para alimentarse en los sectores obreros a los cuales no habían logrado captar y los de la derecha para irle quitando al Apra toda su beligerancia revolucionaria.

Este es un proceso que no se siente al comienzo, como cuando comienza el cáncer en el cuerpo humano: se manifiesta cuando ya la enfermedad es muy avanzada.

Luis Felipe de las Casas y Víctor Raúl Haya de la Torre.

—A propósito del título "El Sectario" de su libro, indudablemente tiene una connotación peyorativa, pero quizás hay un intento de subrayar una realidad, una realidad que hace ver un grupo místico muy unido, con una gran fe en un líder y una causa.

Lo de sectario se hizo muy familiar hace muchos años. Cuando yo hablo de sectario, reivindico, el contexto, porque en el Apra la crisis actual no solamente es una crisis de personas.

Yo quiero afirmar al Apra primigenia, esa de la que tanto se habla hoy día. Yo creo que lo que vale en el Apra es precisamente sus esencias, si podemos hablar de esencias en un partido político. Reivindico el término pero no en forma peyorativa.

Creo que es necesario reivindicar del Apra sus grandes valores históricos. Y es la historia no solamente del Perú. Cuando se trataba de los problemas de América Latina, el Apra no podía ser puesta de lado, ni su líder, ni su pensamiento, ni su lucha, ni su mística.

—¿Qué factores determina el viraje o cambio en el partido?

El viraje fundamental es en el campo político: se cree que hemos agotado un camino demasiado beligerante, que justifica el calificativo de sectarismo y de grupo de violencia, porque efectivamente fuimos obligados a eso. Además de esto, debemos decir que en el mundo se han realizado, mientras el Apra lucha en el Perú, una serie de circunstancias históricas, se han dado situaciones nuevas con motivo de la segunda guerra mundial.

Fueron cambiando las condiciones objetivas en el mundo y particularmente en América Latina. Se ha recusado al Apra lo que se ha llamado golpes a la derecha: el primero es el famoso plan de afirmación de la democracia en plena guerra mundial. Es la primera vez en que Haya habla de un nuevo sentido de lo que deben ser las relaciones con el imperialismo yanqui que él combatió: buscar un entendimiento con aquella nueva expresión que surge en Estados Unidos, representada por la asunción al gobierno de Franklin Delano Roosvelt. Se inicia un proceso imperialista más fino, ya no hay amenazas de marinos, ni desembarcos, hay una mayor penetración financiera, hay mayores inversiones. Todos estos hechos históricos influyen en los planteamientos apristas, pero no como cambios sustantivos, sino como cambios tácticos. Entonces nosotros ya sea en el Perú, en las prisiones, o en el destierro, iniciamos un enfrentamiento, con otra juventud, que comienza a verse atraída ya no por la revolución mexicana, ya no por la revolución rusa, sino por China y más tarde por la extensión y la proyección del socialismo en varios lugares del mundo.

—¿Hasta qué punto este intento de adecuación, va a traer como consecuencia un viraje político del Apra? ¿Hasta qué punto esos cambios, estos acomodos del partido, a los nuevos tiempos, significa un giro político que va a causar descontentos por ejemplo dentro de la militancia del partido?

Cuando se dice: no hay que quitarle la riqueza a los que tienen, hay que crearle a los que no la tienen, no se trata de un simple slogan. Haya —yo discutí mucho con él— creía que esto era una cosa táctica, pero esto era un cambio total: se iba a seguir el sistema capitalista, a afirmar el sistema capitalista. Esto es muy grave. El partido que va aburguesándose. Y solo se trata de la gente metida de contrabando, sino que ya es un asunto de fondo, de principio, de doctrina. Más tarde lo vamos a ver políticamente cuando el partido fortalece a la plutocracia peruana a través de Manuel Prado en su segundo gobierno. Es lo que ha dado lugar a que muchos jóvenes apristas se hayan sentido dañados en su mística y en su fe partidaria y hayan devenido hoy en los partidos de izquierda marxista.

—¿En términos más tajantes se podría decir que el Apra surgió como partido revolucionario, y que a partir de este ponerse al lado de la plutocracia con Prado, podemos afirmar que deja de ser revolucionario?

Yo diría que se va creando, lo que hoy es el resultado de todo esto: la Torre de Babel. Somos apristas pero hablamos distintos lenguajes, pensamos distinto, en el partido hay de todo. Hay la gama más completa: de la derecha hasta la extrema izquierda.

—¿Cómo reaccionaron Uds. ante estos cambios?

Veíamos que el cambio en el partido fue restándole eficiencia y sobre todo, desplazándolo en su posición de líder de izquierda auténtica del Perú. Tratamos de oponernos a través de los organismos del partido, a través de sus congresos, a través de la conversación con Haya, a través de planteamientos por escrito para que queden en la historia, con cartas a Haya, porque sabíamos del poder decisivo de Haya. Nos estábamos descapitalizando como el gran movimiento conductor de la izquierda y se estaba afectando nuestra propia conciencia.

—¿Hicieron trabajo con las bases para buscar así presionar sobre el "Jefe máximo"?

Eso se hizo, pero chocamos con algo que nosotros mismos generamos: la disciplina, la fraternidad, una serie de cosas que hoy día te siguen esgrimiendo para mantener al partido. Nos presentaron ante Víctor Raúl como elementos peligrosos y divisionistas. Y ésto nos afectó.

Manteníamos una línea de dignidad y moral y nunca quisimos dividir el partido. Seoane pudo hacerlo y no lo hizo, yo pude hacerlo y no lo he hecho. Creíamos que habiendo ganado un puesto en la lucha del partido a través de toda una larga existencia, que habiendo dado demostración de nuestra lealtad, cariño y aprecio por Haya, él sería el primero en escuchamos y comprendernos. Ante un enfrentamiento y una ruptura del partido.

Fue por eso que no se hizo nunca una cosa de fuerza, porque inclusive, cuando veía la crítica, la sentía errada. Elevamos a Haya a la categoría de un Dios. Alguien dijo en una forma más dura: hemos creado un ogro, ahora nos ha destrozado el ogro.

Yo creí que Haya, en los finales de su vida, escogería a los leales y no a los cortesanos. El amor a Haya no se expresa cantándole o llevándole comiditas y regalitos. Se expresa no negando al maestro y no lo negamos cuando todo el mundo lo negaba. No quisimos dividir al Apra, no quisimos romper la figura y la mística basada en la fraternidad y el respeto a la jefatura, porque respetando al jefe iban a respetar a los dirigentes. Yo in tenté hacer todo, frente a todos estos otros dirigentes que no han tenido ni siquiera la vergüenza, después de los fracasos, como se acostumbra en política, cuando se ama a las ideas y a los movimientos y no a uno mismo, es decir: yo he fracasado y fracasar es humano, que vengan otros. Pero no lo hacen sino que están peleando la primogenitura.

—Ha dicho que reconoce el fracaso, pero tengo la información que no salía simplemente frustrado, sin o con la esperanza de retornar para luchar por el cambio del partido cuando ello fuera posible, es decir cuando mi tío Víctor Raúl Haya de la Torre ya no fuera el obstáculo principal al cambio interno. ¿Cómo se daría esa mezcla de frustración y esperanza en alguien que había entregado tanto al partido?

Yo presento mi subrogación porque quería ser, históricamente culpable de que el partido fuera perdiendo su vigencia de líder del movimiento social del Perú. En segundo lugar, porque creí que Haya iba a reaccionar, que iba a pensar que un hombre que había sido leal en todos los momentos, y que sabía de mi desprendimiento, cómo iba a dar un paso de loco e irse a su casa y dejarlo todo. Como dijo Luis Alberto Sánchez: yo no he visto un loco más grande que Lucho, he tirado por la borda toda una vida y un capital político.

Yo dije: no hay nada que hacer o Haya se rectifica y nos llama y se pone al lado nuestro y volvemos a estar codo a codo luchando por sacar adelante el partido, o sencillamente me retiro porque no me voy a enfrentar a él.

—¿Podría añadir algo más sobre su fe y esperanza aprista?

Yo sí tenía esperanza, y tengo esperanza, e hice que la tuviera una juventud que no se fue a las posiciones de izquierda marxista y que hasta ahora trata de no aceptar que no hay solución al partido.
El proceso lo he visto en estos últimos días muy difícil, porque ya no son dos grupos, porque yo creí que había una tendencia de izquierda y otra de derecha, pero ahora hay una serie de otros interesados en que esto realmente estalle como una bomba. La recuperación total del partido, es un proceso muy largo y muy difícil.

Nosotros tenemos un papel muy importante: aconsejar a los nuevos líderes, a los conductores. El partido no se va a salvar por nosotros, ni por mí ni por nadie, aunque volvamos. Se va a salvar por Uds: que tienen que revisar todo. Hacer un balance histórico del Apra, no solamente de un proceso, sino de sus postulados, ver la vigencia de sus postulados, ver cómo ha cambiado la realidad. Nosotros somos dialécticos, la realidad es la que va a determinar si debemos cambiar o no cambiar. Ahora en el partido hay gente que dice que está contra Marx. Yo no me lo explico. No han leído los libros fundamentales del aprismo.

Hay algo, me parece, muy importante: el imperativo que tiene el Partido, si quiere seguir adelante, de actualizarse, reivindicarse históricamente, volver a una posición de izquierda doctrinaria. Esto trae consigo el tratamiento dialéctico, de avance, de crítica lo que supone un trabajo duro de negación, de confirmación y de fidelidad a lo revolucionario, tarea que toca a la juventud del partido.

—¿Por qué mi tío Víctor Paúl no comprendía las ideas críticas que le presentaban Uds. por ejemplo u otros jóvenes que han venido después, por qué ese rechazo tan tajante, por qué ese muro frente a las ideas de las nuevas generaciones en el Apra?

Acá hay un factor muy humano. El consideraba que cualquier nuevo valor podría quitarle a él lo que todos humanamente siempre deseamos tener: una primacía en cuanto al pensamiento.

—Siempre hubo un grupo que lo rodeaba y que jugó un papel negativo también para la posición que asumiera mi tío Víctor Raúl. Me parece que Uds. lo sintieron: una especie de colchón que lo aislaba un poco y que filtraba su contacto con el mundo, con la realidad. Esto ¿cómo lo ve Ud.?

El tuvo un proceso de deformación producido porque siempre vivió en las catacumbas. Siempre necesitó de intermediarios, era un dios que necesitaba de los semi-dioses. El se sentía ya como dogma, no aceptaba que nadie le dijera que estaba mal.

—En su opinión qué es lo que habría que hacer para dejar de estar en esa torre de babel, con sus consecuencias negativas, y para retomar un camino como izquierda nacional?

En primer lugar, hay que poner de lacio a todos aquellos dirigen tes que hayan podido tener vigencia muy importante en el pasado. Ninguno tiene formación marxista y son antimarxistas. Ellos no van a permitir la revisión. ni menos que vayan jóvenes a hablar a los locales del partido y plantear la cosa de fondo, el reenjuiciarniento y la reactualización. Esto es lo primero y está es la tarea más difícil.

En segundo lugar, confrontar qué se entiende por el Apra. El Apra no lo ha unido la doctrina, al Apra lo ha unido un símbolo, los héroes anónimos o no anónimos del movimiento y una disciplina cerrada, férrea, y dura, hasta la muerte.

Tercero, yo creo que el partido tiene que tener un organismo de un alto nivel académico para fortalecer una doctrina a nivel del pueblo. Ya no tenemos símbolo; el dios, a pesar de todo ha muerto. No vamos a vivir de su memoria. Hay que replantear la doctrina y eso no desmerece a Haya de la Torre. 

Aparte de la filosofía, que debe ser una filosofía marxista también renovada, actualizada, tenemos que comenzar revisando nuestro primer objetivo o meta: lucha contra el imperialismo. Ya hoy día no se puede hablar de imperialismo americano, inglés, francés, ruso. Se trata de las transnacionales y las transnacionales no tienen ya bandera definitivamente.

Por otro lado hay que reeditar esto de la nacionalización. Y no se trata de nacionalizar, se trata de socializar la propiedad, en algunos casos de nacionalizarla y en otros casos de estatizarla.

Preconizar la internacionalización del Canal de Panamá ya no es válido. La solidaridad con todos los pueblos oprimidos es un punto válido, con mayor razón si miramos que el problema de la lucha por el socialismo no es en un solo país o en el continente, sino en el mundo. Sin embargo, hoy, adentro del partido, te dirán que eres comunista, y que has cambiado, porque se ha llegado hasta a afirmar que el Apra se hizo para combatir al comunismo.

—¿Qué opina finalmente sobre la crisis actual del partido?

Se debe a varias causas: a elementos interesados en dividir al partido que se han infiltrado para azuzar el enfrentamiento. Los personajes son secundarios; detrás hay dos posiciones, los que buscan ir a la izquierda y la corriente derechista. Un tercer grupo, los oportunistas, buscan hacer carrera política haciéndose pasar como los "discípulos predilectos de Haya". Es una de las crisis más serias. Para que el partido vuelva a ser lo que queremos, casi hay que empezar todo de nuevo. Avanzar en la doctrina, plantear una nueva organización donde exista diálogo y se asegure el respeto y el acceso de las bases a la cúpula dirigencial.

—Su opinión sobre la salida de Andrés Townsend.

Desde el punto de vista ideológico, no debería intervenir en el partido. Pero, creo que debería volver para que haya diálogo abierto con la tendencia conservadora, pero dentro de lo que se acuerde como doctrina.

—¿Pensaría Ud. regresar al partido?

Sí quiero regresar. No tenemos derecho a traicionar al movimiento. Pero no puedo regresar sino se dan condiciones mínimas de consecuencia política, con sus máximos ideales y sus mártires. Creo que puedo contribuir a la reformulación doctrinaria principista y de la organización, así como a seleccionar los equipos juveniles con sincera vocación revolucionaria y no a los oportunistas y ambiciosos que pretenden apoderarse del partido. Si estas cosas no se dan, prefiero no volver y morir de consecuencia sectaria o lo que es lo mismo, en olor de santidad aprista.

*Entrevista de Raúl Haya de la Torre a Luis Felipe de las Casas, publicado en la revista QueHacer, N°. 11, pp. 46-51.

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