Víctor Raúl Haya de la Torre y la jornada de las ocho horas

En 1919, un joven estudiante universitario llamado Víctor Raúl Haya de la Torre, participa como delegado de la Federación de Estudiantes del Perú, en la conquista del Decreto que consagra la jornada de las ocho horas en el Perú. Haya de la Torre junto con otros estudiantes y con los obreros, remueve la estructura feudal en el campo laboral de nuestro país.

Un testigo presencial de aquellos acontecimientos, relataría muchos años después los hechos que se desarrollaron durante los primeros días del paro que consagró la jornada de las ocho horas. El testigo fue Arturo Sabroso Montoya, quien en 1944 fundaría la Confederación de Trabajadores del Perú.

“… me distinguieron como Prosecretario del Comité, al lado del compañero Manuel Porras, quien fue Secretario de este Comité de las ocho horas, con Manuel Casabona y Fausto Nalvarte en la Presidencia.

En la rotación del Comité de la Huelga General, Nicolás Gutarra fue el que más sesiones presidió. Otros dirigentes de recordada actuación, fueron Delfín Lévano, Eulogio Otazú y Carlos Barba, del gremio de carpinteros, panaderos y zapateros. A su lado decenas de dirigentes de todos los gremios. Fueron tres días de paro sin igual. Cesó el servicio de luz y agua potable, vapores y ferrocarriles.

Los estudiantes con su federación nacional fueron llamados por acuerdo de asamblea y a propuesta de Gutarra. Algunos grupos se opusieron alegando que los estudiantes no eran “gremio” y no aportaban fuerza, pero la asamblea decidió llamarlos. En la Federación de Estudiantes a raíz de este llamado, se concitó un gran debate. “Que se les envíe un voto de triunfo”, proponían unos. Otros sugerían: “que se les conteste por oficio que no somos sindicato”, pero el delegado de la Universidad de Trujillo, Víctor Raúl Haya de la Torre, abrumó a la oposición con su decidida opinión de “ayudar a los compañeros obreros” para ganar una jornada humana.

Integraron la delegación de la FEP, Valentín Quesada, Bruno Bueno y Haya de la Torre. En la sesión donde hablaron, Haya de la Torre con elocuente oratoria afirmó: “contra toda oposición en esta lucha por un ideal hasta la muerte”. Y no dijo “señores”. Abriendo los brazos en cruz expresó: ¡Compañeros…! con tanta emoción que electrizó a la asamblea. De ahí para adelante, la actividad y los aciertos de Haya, lo destacaron como un verdadero conductor del movimiento. Tanto que los viejos anarquistas se alarmaron de “este joven al que había que vigilar porque con su oratoria podía arrastrar el movimiento a su fracaso”. Pero convenció, máxime cuando en momento de peligro se ordenó salir a los estudiantes del local, con tropa rodeando sus alrededores. Haya respondió al Capitán que los estudiantes no saldrían y si se quería derramar sangre obrera, la suya sería la primera…”

Víctor Raúl Haya de la Torre en los tigres de Laredo, 1931.

Haya de la Torre escribiría, 25 años después los pormenores que rodearon a los tres días de huelga que se sucedieron por la conquista de las ocho horas.

“El 14 de enero de 1919, los empresarios, con Mariano Ignacio Prado y Ricardo Tizón y Bueno a la cabeza estaban conferenciando con el Presidente Pardo para impedir el logro de esta justa reclamación”…

Ese mismo día fueron llamados los estudiantes para prestar ayuda y colaboración con los obreros que se hallaban reunidos en la Biblioteca Ricardo Palma. Hubo alguno que otro disturbio, pero en general la disciplina se mantuvo férrea y se logró paralizar toda la labor de embarque en el Callao, el sistema tranviario también paralizó completamente.

A las 5 de la tarde del mismo día, Haya de la Torre y Adalberto Fonkén, máximo dirigentes textil de la época, fueron llamados por el Ministro de Fomento, Dr. Vinelli.

“El Dr. Vinelli nos dijo que de no aprobarse el decreto que concedería la jornada de ocho horas, dimitiría y que con ello acarrearía un crisis ministerial de grandes proporciones. Nos contó igualmente que una delegación de empresarios había tenido una entrevista con algunos miembros del ejército.

Luego de conversar con el ministro nos retiramos”… A las 6 de la tarde, la asamblea se volvió a reunir, en la que informamos de las conversaciones con el ministro.

“Estábamos en medio del informe, cuando irrumpieron en la Asamblea mis dos compañeros estudiantes, Quesada y Bueno, para informarnos que el ejército se había apostado alrededor del Parque Neptuno, que rodeaba nuestro local, y que habían emplazado ametralladoras en puntos estratégicos. El Teniente Coronel Juan Carlos Gómez que comandaba la tropa, nos envió un ultimátum: o levantábamos el paro o abrirían fuego”.

Haya de la Torre, salió a entrevistarse con el Coronel Gómez, produciéndose el siguiente diálogo:“Es intolerable que haya un paro de esta naturaleza” dijo Gómez, a lo que Haya contestó: “Es intolerable que existan estas condiciones de trabajo”. “Si no levantan el paro haré fuego con todo el poder de las armas” amenazó Gómez. Haya sereno respondió: “La fuerza puede proceder a masacrarnos, pero la asamblea no levantará el paro general”. Dicho esto dio media vuelta y regresó a la asamblea. La asamblea recibió la decisión de Haya, con entusiasmo y frenesí.

Algunos minutos más tarde, un oficial mandado por Gómez, comunicó a la asamblea que no habría fuego ni represión, si los obreros consentían en retirarse pacíficamente y siempre y cuando los dirigentes fueran a hablar con Gómez.

Haya intuyó que se trataba de una estratagema para tomar prisioneros a los que habían dirigido la huelga y convino en que los obreros se retiraran de grupo en grupo. Minutos más tarde, Haya se dirige solo donde estaba el Coronel Gómez. “Gómez me preguntó por los dirigentes obreros y yo le respondí que éstos ya se habían retirado. Montó en cólera e hizo ademán de utilizar el fuete de su caballo contra mí, pero pudo dominarse. Después me dijo que podía irme. Al yo retirarme, Gómez me dijo que sólo estaba cumpliendo órdenes y que personalmente no tenía nada contra el paro, nos estrechamos las manos”.

Al día siguiente, Haya se entrevistó con el ministro a las 9 de la mañana, éste consintió en recibir a la delegación a la 1 de la tarde. La huelga ya se había hecho general en todo el país. A la hora convenida, el ministro dice que “la batalla en Palacio continuaba”.

“A las tres de la tarde, el ministro me mandó llamar, tenía el proyecto de ley en la mano. Después de algunas modificaciones y ampliaciones, le dimos la redacción final y el ministro salió para Palacio”.

A las 5 de la tarde, el chofer del ministro vino con un pliego cerrado en la mano y se lo entrega a Haya de la Torre, quien después de comprobar su contenido y verificar su validez, ingresa a la asamblea y dice: “Hemos triunfado, compañeros…”

El paro es levantado, pese a la oposición de los anarquistas que querían que se liberaran a los 300 detenidos primero. Haya de la Torre, les asegura que los presos estarían libres en cualquier momento, cosa que así sucede.

A las 7 de la noche se normaliza el suministro del fluido eléctrico, a las diez, tranvías y autos circulaban normalmente.

Al día siguiente, 16 de enero, se funda la Federación de Tejidos del Perú, de la que es fundador Haya de la Torre.

*Artículo publicado en La Tribuna, VIII Época, N º 11, Lima, 1 de mayo de 1980, pp. 6-7.

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