Américo Pérez Treviño: "Los sangrientos sucesos de Trujillo"

Señor Presidente. 

Yo creo que antes de continuar engolfándonos en la discusión tendiente a dotar de una nueva Constitución política al país, debemos procurar que se cumpla y se respete la que está en vigencia. Y la Constitución de 1920 no se respeta ni se cumple, señor Presidente. Dos diarios de la mañana, "El Comercio" y "La Crónica", han publicado informaciones referentes a los sangrientos sucesos ocurridos la noche de Pascua en Trujillo. 

Ya había previsto la representación aprista lo que actualmente sucede en Trujillo: el mantenimiento absurdo de una autoridad de los antecedentes delictuosos del capitán Isidoro Ortega tenía que traducirse en una masacre pavorosa. No sabemos cuántos muertos, ni cuántos heridos cuentan los sucesos de ayer y de anteayer. 

Pero, señor Presidente, los representantes apristas debemos una vez más hacer constar que el pueblo de Trujillo, que se acaba de dar al país una magnífica lección de cultura y dignidad políticas; el pueblo de Trujillo que sufre hoy el ultraje de tener hoy como autoridad al instrumento de las masacres del Cuzco, de Oyolo y de Mal Paso, el pueblo de Trujillo, al que se pretende clasificar como subversivo porque en una ciudad de agricultores –Paijan– ha encontrado la policía diez o doce escopetas y su correspondiente dotación de perdigones; el pueblo de Trujillo repudia absolutamente la presencia de autoridades de la clase del capitán Ortega, y exige, por órgano de la representación aprista, su inmediato reemplazo. 

La Tribuna, 29 de diciembre de 1931, p. 3.

Los estudiantes, los obreros, las mujeres y hasta los niños, todo cuanto en Trujillo hay de respetable, está siendo blanco de una serie de persecuciones injustas, de una política de odio, de venganza y de representaciones violentas, de una política de odio, de venganza y de representaciones violentas, que no tienen cabida, que no pueden tener cabida dentro de un régimen que se llama constitucional. 

Se vuelve, señor Presidente, se ha vuelto ya, a la época de las torturas y de los complots imaginarios, a la época nefasta de la tiranía leguiísta. Y esto no es posible, señor Presidente. Por eso pido que el Congreso, antes, como dije al comienzo, antes que seguir engolfado en la discusión de una nueva Carta Política, se ocupe de los asuntos primordiales que atañen el orden y a la seguridad públicos. 

Porque el orden, señor Presidente, no sólo se altera desde abajo, sino que se subvierte desde arriba, cuando las autoridades no enmarcan su acción dentro de los límites de la Constitución y de las leyes. Los representantes apristas solicitan, en suma, señor Presidente, que se oficie otra vez, al señor Ministro de Gobierno a fin de que conteste el pliego de interpelaciones formulado por nosotros, y diga, una vez por todas, porque se obstina en mantener al frente de la subprefectura de Trujillo, al tristemente célebre capitán Ortega. 

Yo espero, señor Presidente, que la mesa, teniendo en cuenta la gravedad de los sucesos ocurridos y a la necesidad de evitar que se repitan, se servirá deferir inmediatamente a este pedido. 

Discurso de Americo Pérez Treviño, publicado en el Diario de Debates, Sábado 26 de diciembre de 1931, p. 389.

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