Luis Heysen: "Un poroto en contra de mi bolschevique d'annunziano"

Buenos Aires, octubre 18 de 1930.

Sr. Antonio Zamora Director de CLARIDAD

Ciudad.

Mi querido Antonio Zamora:

Mis actividades totalmente se hallan dirigidas al cumplimiento de las responsabilidades que el momento político peruano exige de todo buen aprista. No tengo tiempo materialmente para dedicarle un aparte especial al versificador fracasado en su "defensa de "Amauta" y que tan buen rato de humor me ha hecho pasar con su ingenuidad comunista.

No es la primera vez que esto ocurre, ni será la última. Mi bolschevique d'annunziano ya dió margen, también, para que se torciera espesamente mi decidido autonomismo anti-imperialista haciéndome figurar al lado de Lugones "como agente indirecto de contrarrevolución y como enemigo de la grande y promisora Rusia. No me extraña pues, que ahora "mieux vaut tard que jamais", dicen los franceses como nosotros, otro agente soviético repita las andadas con un poroto en contra de mí bolchevique d'annunziano y aunque no se atreva a tanto, se contente con desfigurar procazmente mi ecunánime interpretación histórica sobre la personalidad de José Carlos Mariátegui, y mal comprender mi pensamiento político. Sabido es que cuando alguno de nuestros "comunistas criollos" (1) se halla obligado a obedecer las directivas "del partido"... (?) 。 la voz de mando de Moscú para escudar convenientemente la empanada, acicate de su idealidad, jamás rehuye los medios ilícitos que el florentino Macchiavelo aconsejara "al magnifico Lorenzo de Médicis" en el siglo XVI.

Carlos Manuel Cox, Haya de la Torre, Manuel Seoane y Luis Heysen.

Por otro lado, malgrado las definiciones presuntuosas las profesiones de fe almíbaradas y los votos de castidad impúdicamente virginales hay que sonreir con una amarga ironía ante el desenfado cínico de mucha gente. Si Chocano y Lugones son bien conocidos universalmente por su invariable obsecuencia a no importa cuál oficialismo no lo son bastante sus imitadores de izquierda. Se precisa, y con apremiante urgencia, que nuestros abnegados y heroicos obreros y campesinos, estudiantes e intelectuales de vanguardia conozcan con un hondo y superior afán de justicia —que siempre será afán ético—, los pesados expedientes que algunos líridas desvergonzados de la nueva sensibilidad" embarcados, por ahora, en la nave soviética con boleto de primera, portan enjuiciando cualquier fervor inmaculado y romántico de sus incautos admiradores o partidarios. Que en cuanto a mí, yo me llamo deliberadamente a silencio.

Ni la relatividad de las horas, ni mi repugnancia por el tema me permiten bajar a la oscuridad de las catacumbas para hacer de cicerone. En el caso presente me bastaría tan sólo recurrir a la honradez de Julio Portocarrero —el líder del movimiento obrero de Vitarte durante las jornadas de 1922-27, hoy dirigente del minúsculo Partido Comunista del Perú, para exhibir un intere- sante desnudo lapidario sobre mi osado sabelotodo por felicidad vox populi entre la gran mayoría de los amigos y camaradas apristas que en París me frecuentaron en la rue de Vanvez, Hotel Alba, es decir, en pleno 1928. No sólo el "Presidente Leguía"— hoy calificado de "tiranuelo" por quiénes nunca durante los once años de su "tirania brutal" le llamaron tal requiere de tribunales pro-moralité publique!

Los dicterios e injurias usados para defender la posición de los que traicionaron a nuestro movimiento; "encarcelados en la Isla de San Lorenzo": nó por su lucha seguramente contra los que permanecimos en el destierro hasta el final, ni por su obsequiosidad silenciosa y permanente frente al régimen leguiísta-civilista bien valen recordar la frase de Esopo: "Dicen que no hay herramientas para componer el mal de la estupidez". Pues, por vía aérea viaja a Europa el documento con el cual los apristas del viejo mundo demostrarán a quién quiera ver, leer y saber la posición realmente increíble, poderosamente izquierdista (sic) de los "encarcelados" últimamente: después de haber cumplido las condiciones exigidas para lograr su permanencia en la capital del Perú. Tenga paciencia, entonces aquel buen señor que desde la nave, hoy simple y llanamente parisien, se agita en favor "del proletariado universal".

Mientras tanto, Vd. mi buen amigo imagine cuánto agradezco su deferencia noble y afectiva y su leal invitación. Creo que la verdad no necesita aclararse porque ella es por naturaleza: clara, nítida y simple.

Además Vd. ya lo ha dicho: "más que una defensa de Mariátegui es un ataque a su persona"; de manera que toda polémica encerrada dentro de tales límites es inaceptable. Lo aconsejan los quilates y el relieve moral del oponente y la palabra autorizada de un eminente amigo, que, al enterarse de los primeros ataques comunistas me alentó tranquilizadoramente: "No se preocupe, usted, cuando los comunistas lo atacan; inquiétese cuando le aplaudan". 

Le estrecha bien amicalmente su afmo.

Luis E. Heysen.

P. D. - Está será mi primera y mi última digresión sobre la tan, mal nacida "defensa" de "Amauta". ¡Líbreme San Stalin de volver a ser objeto de la atención de semejantes feligreses!

Lamento sinceramente que sea José Carlos Mariátegui, el defendido.

(1) Véase el enjundioso libro "El Comunismo Criollo", de J. Cuadro Caldas, el brillante escritor mexicano autor de "México Soviet".

*Claridad. Revista de arte, crítica y letras, tribuna del pensamiento izquierdista. Año 9, Nº 217, Buenos Aires, 25 octubre de 1930. 

Comentarios