Juan Merel: "Aprismo contra Civilismo"

La tiranía de Leguía, recientemente calda, asoló al país por espacio de once años, dejando huellas profundas y dolorosas en su economía. Leguía no constituye un accidente aislado. Representa a un régimen tradicional y conservador que durante más de una centuria de vida independiente llena la vida política peruana, llevando paulatinamente al país al estado de indigencia en que hoy se encuentra. Tenemos, por eso, una tradición política pobre, enferma y repudiable. Los grandes terratenientes, amos de la tierra, fueron los detentores del poder. Llegaron a él sin otro afán que servir intereses de casta y llenos de ambiciones. El fisco sufrió desmedro en favor de sus fortunas, y los latifundios aumentaron por el despojo de que se hizo víctima al campesino indio, privándolo de la tierra, principal medio de trabajo, que es la base de una economía nacional, y obligándolo a trabajar como esclavo en las haciendas y minas, bajo un sistema que no difiere en nada al de la colonia. Para este campesino y el obrero la independencia de España no ha significado nada. Su vida social como la economía peruana tienen todos los caracteres de la feudalidad.

El indio es analfabeto porque los señores feudales no se han preocupado de crear escuelas, al contrario, mayores garantías obtienen de su sumisión manteniéndolos en estado semisalvaje. Son interesantes los siguientes datos que extraigo de las estadísticas peruanas: en Perú, por 3400 establecimientos de instrucción pública, hay 3918 iglesias, 5789 maestros y 3178 frailes. Estas cifras hablan con elocuencia sobre la absoluta despreocupación de nuestras autoridades, y si a esto consignamos los presupuestos destinados a la instrucción (pesos 1.046.043) y al ejército ($ 2.099.948) comprobamos cómo este régimen atendió preferentemente al sostenimiento de sus dos más poderosos aliados: la mitra y la espada. Tenemos un ejército con sus militares de alta graduación corrompidos por los civilistas e incondicionales servidores de ellos en perjuicio de nuestro pueblo.

En más de una ocasión la masa indigena se ha sublevado, cansada de la opresión y el crimen, para dejar oír su grito revolucionario y americano de ¡Tierra y Libertad!, pero igual número de veces ha sido vilmente masacrada por estos militares que se llaman peruanos. El pueblo aún recuerda con odio las bestiales matanzas de Huancané en que perecieron millares de indios por defender sus derechos. Pero esto no lo comprendieron los gobernantes, preocupados en vivir a la europea, centralizados en Lima, que viene a ser el refugio del gran feudo peruano.

Haya de la Torre rodeado por la juventud aprista.

La causa de nuestro atraso político-económico reside en este desconocimiento de los problemas nacionales. En más de cien años de vida independiente no se ha aplicado un solo método que se adapte a su realidad económico-social, y el pueblo acusa como culpables de esto a los "civilistas", junto con Leguía, sin conciencia, que nos han legado hoy un Perú enfermo y envejecido, al que urge transformar en sus bases económicos. Actualmente es uno de los países más pobres de América a pesar de tener en su suelo cuantiosas riquezas, "un mendigo sentado sobre un banco de oro", según la expresión de González Prada.

Cuando llega Leguiía al poder en 1919, los Estados Unidos habían alcanzado el más alto grado de su desarrollo industrial y capitalista. Eran los mayores proveedores y en sus arcas estaba acumulado casi todo el aro del mundo como consecuencia de su ingreso en la guerra. Para poder responder a la demanda, se lanzan hacia América Latina en busca de materias primas y de mercados donde colocar su capital financiero con excelentes intereses, ya que los bancos de Estados Unidos dan un bajísimo interés, debido al exceso de capitales.

Sería tema de un extenso estudio el fenómeno imperialista, desde su carácter profundamente económico hasta sus consecuencias políticas en América Latina, que no pretendo hacerlo ahora, limitándome solamente a señalar sus proyecciones sobre el Perú.

Leguía adquiere fundamental importancia en la política imperialista. Facilita la penetración yan- qui y se convierte en un defensor del panamericanismo y la doctrina Monroe. Contrata empréstitos sin control ninguno a un alto interés que se eleva a veces hasta el 9 %, entre todas las fuentes de riqueza a la explotación yanqui (petróleo, oro, plata, cobre, etc.), los ferrocarriles y transportes en general, aduanas y bancos. Se convierte en un incondicional "made in U. S. A."

Esta política de entrega nos ha convertido en una colonia yanqui. Económicamente el imperialismo. "última etapa del capitalismo", es la consecuencia de todo un mecanismo capitalista ya formado y definitivo que, al volcarse en nuestro país, lo encuentra todavía en su etapa feudal. La casta civilista de gobernantes del Perú representada por Leguia, se hace aliada del imperialismo y conjuntamente continúan explotando al trabajador y al campesino, consiguiendo mano de obra barata. El capital imperialista yanqui invertido en estas condiciones, en lugar de transformar la economía peruana hacia un sistema moderna, reafirma los carcteres de la feudalidad y agrava la situación económica. Origina una economía inadaptada a nuestra realidad. No es civilizador ni progresista porque los jornales que paga al trabajador son exiguos, porque sólo deja en el país el mínimo derecho de exportación y porque sus maniobras criminales dan como resultado el sostenimiento de tiranías traidoras. Leguía, para el embajador yanqui en Lima, tenía el "genio de Napoleón, el tacto de Richelieu y el patriotismo de Lincoln". Los hechos nos han demostrado que Leguia, como Judas, se inclinó ante el oro para entregar su país. He llegado hasta aquí después de haber hecho un rapidísimo balance de la obra de nuestros políticos. Este tiene la virtud de mostrarlos de cuerpo entero, desprovistos de toda aparatosidad. Hoy, para el pueblo, estas figuras han muerto y se les señala acusadoramente ante las nuevas generaciones. Surgen ahora hombres jóvenes salidos del mismo pueblo, capaces de encarar los problemas nacionales con verdadero sentido de la realidad económica y con un alto concepto de justicia. Hombres militantes en el Frente Unico de Trabajadores Manuales e Intelectuales Anti-imperialistas, de entre los cuales se destaca Haya de la Torre, fundador del Apra y esforzado luchador anti-imperialista. Perseguido tenazmente por la tiranía de Leguía y por los esbirros del imperialismo yanqui, no ha dejado, por esto, un solo momento de bregar por la causa de su pueblo, y propugna el aprismo como el único medio de salvar al país. Los problemas peruanos de más urgente solución son los de origen económico: el imperialismo yanqui y el de la feudalidad.

El aprismo quiere hacer una política de nacionalismo económico para defender las riquezas peruanas de la rapacidad yanqui y encarar el problema indígena teniendo en cuenta la tierra, es decir, de un punto de vista económico. Por eso, desde este momento, iniciamos el divorcio de las viejas generaciones civilistas y queremos hacer del aprismo una fuerza joven en espíritu, de potencia creadora capaz de levantar ese edificio de nuestra nacionalidad hoy deshecho y pisoteado. Esto no lo pudieron ni lo podrán hacer los civilistas porque ya cumplieron su sino y hoy el país nos muestra el reflejo de su incapacidad. Contra el "civilismo" leguiista, tradicional, explotador e imperialista, el aprismo, fuerza revolucionaria, honrada y anti-imperialista. A la capacidad destructiva del "civilismo" oponemos el espíritu constructivo nacional del aprismo.

Juan de Dios Merel

(1) El "civilismo" formado por Manuel Pardo, no obstante hacerse creado para oponerse al militarismo, ha mantenido alianzas con él. Está compuesto por los grandes terratenientes, gamonales, tradicionalmente explotadores, y posteriormente se ha subdividido en varias ramas, tantas como ambiciones personales han tenido sus dirigentes.

*Claridad. Revista de arte, crítica y letras, tribuna del pensamiento izquierdista. Año 9, Nº 214, Buenos Aires, 13 septiembre de 1930.

Comentarios